Las cifras de la segunda ola de consultas independentistas celebradas el domingo en 80 municipios catalanes reflejan un claro descenso de la participación, de más de seis puntos, con respecto a la anterior, de mediados de diciembre: poco más del 21% de los 290.000 catalanes llamados a pronunciarse sobre la autodeterminación acudieron a las urnas. Lo de menos, obviamente, es el porcentaje de síes, del 94%, que certifica que, al ser una consulta con nulos efectos jurídicos, casi solo interesó de verdad a los soberanistas convencidos.

Entraba en casi todos los pronósticos este descenso de la participación, que indica que, cuando la principal preocupación de los ciudadanos es la gestión del día a día de la grave crisis económica, la aspiración a la independencia no puede considerarse una prioridad.

El análisis de los resultados de las consultas interesa sobre todo a los partidos nacionalistas y sus respectivas estrategias para sumar votos de esa franja electoral en los comicios autonómicos de otoño, la consulta en la que los catalanes decidirán de verdad su futuro. Y en la que, de momento, aún se desconoce sí participará, y cómo, Joan Laporta, que ayer, en su esperado primer mensaje político, anunció que está presto a "servir" a Cataluña.