Las ciudades grandes y medianas ya no son un lugar saludable para vivir. Cada vez son más las ciudades europeas que deben hacer frente a índices de contaminación peligrosos para la vida humana. Al parecer, solo en España la contaminación atmosférica es responsable de hasta 30.000 fallecimientos prematuros anuales.

Pero no pensemos que vivir en un pueblo o en un monte alejados de las grandes urbes nos va a librar de la polución. La contaminación ya no entiende de fronteras y viaja por el aire hasta ocasionar daños en territorios completamente alejados de los focos de producción de partículas contaminantes. Hasta el 12% de las muertes prematuras en el mundo, atribuibles a la mala calidad del aire, son debidas a partículas llegadas de otras regiones o continentes.

Por tanto, está bien que se busquen soluciones imaginativas para aliviar la contaminación de nuestras ciudades, pero no olvidemos que ésta ya ha alcanzado dimensiones planetarias y, por tanto, las soluciones también tienen que buscarse a nivel global. Soluciones que sin duda deben pasar, sobre todo, por la sustitución de las energías fósiles por energías limpias.