Dramaturgo

Regino, el último vicioso que aún fuma Bonanzas (debe tener un cartón escondido e inacabable) tiene un lema y un oficio. El lema de Regino dice: Por sus sobras los conoceréis y su oficio es el de recogedor de cartones y otros utensilios. Regino me cuenta al borde de un vaso de vino que viajando por los contenedores de basura de Badajoz se aprende mucho sobre las costumbres y la situación socioeconómica de los vecinos. Las sobras varían según sea el barrio y después del veinte de cada mes, no se tiran ni las cáscaras de naranja . Hay contenedores en los que caben hasta los sueños del vecindario, pero sueños truncados (una vez encontró un par de billetes de avión para Cuba rotos y sin usar); sueños disfrazados de juguetes nuevos, como si el niño destinatario hubiera crecido de repente o muerto antes de recibirlos; sueños envueltos en el papel de celofán de ramos de rosas rechazados; sueños evidentes encarnados en aquella almohada (que ahora utiliza Regino en su cama) que descubrió manchada de carmín y casi nueva (de un sueño o dos) en un contenedor de Valdepasillas.

Por sus sobras los conoceréis y, añado, tendréis noticias de ellos. Del que se volvió ateo de golpe y arrojó un crucifijo en el contenedor que hay junto al seminario; del que repudió su afición taurina y echó al contenedor de la plaza de Santa María de la Cabeza todos los tomos del Cossío; del que se deshizo en Sinforiano Madroñero de su dentadura postiza y la depositó junto al cepillo de dientes y el frasco de Coregá.

Sueños truncados, jamones a medio aprovechar, zapatos de un pie, espejos rotos..., restos, sobras, huellas que dicen de nosotros lo que, a veces, nos resistimos a decir.