Consejero de Economía y portavoz de la Junta

Sea por un mal entendido sentido de la disciplina de partido, sea por propia convicción, lo cierto es que no hay en la estrategia del PP de Extremadura más prioridades que las establecidas en la calle Génova. No importa que los intereses de nuestra región resulten orillados, ni que, fruto de esta defección, las expectativas de la derecha de convertirse en alternativa de gobierno se evaporen con el paso del tiempo. Hoy, como ayer, para sus actuales dirigentes como para los ya amortizados, el único norte de la derecha extremeña es Madrid. Y no porque Madrid sea una de las plazas donde se juega la prosperidad de nuestra tierra, sino porque sólo la pleitesía rendida a los que desde allí mandan puede garantizar el futuro político de los que desde aquí obedecen.

Esta verdad, tan conocida por los extremeños, se confirma en el último artículo de doña Cristina Teniente. El esquema que su texto revela es sencillo: estamos en período electoral y la consigna es atacar al candidato socialista; para ello, cualquier argumento es válido, no sólo los insensatos, sino también aquéllos que, de ser consistentes, pondrían en evidencia la distinta actitud del PP y del PSOE extremeños a la hora de velar los intereses de la región. Así, la señora Teniente inventa un par de contradicciones entre las propuestas electorales del señor Zapatero y la política de la Junta, sin que parezca importarle ni su evidente falsedad ni el hecho de que, de ser ciertas, vendrían a confirmar lo que ya nadie ignora: que no existe para el señor Rodríguez Ibarra y su Gobierno valor --y mucho menos interés personal-- que pueda desvirtuar su compromiso con Extremadura.

¿A qué supuestas contradicciones se refiere la diputada del PP? En primer lugar, a la que, según ella, existiría entre la apuesta del señor Zapatero por la estabilidad presupuestaria y la oposición de la Junta al dogma del déficit cero. No es éste el momento de reiterar los argumentos por los que el Gobierno regional impugnó las Leyes de Estabilidad Presupuestaria, sino de desmontar el sofisma de doña Cristina. Para ello, bastará con insistir en la vigencia de esos argumentos: tan válidos nos parecen que si el próximo Gobierno del señor Zapatero pretendiera mantener en este punto la doctrina de los del señor Aznar, la Junta sería la primera en rebelarse. ¿En qué se basa un envite tan rotundo? En la enorme diferencia que va de concebir --de acuerdo con el programa de Zapatero-- el equilibrio presupuestario como un objetivo a largo plazo compatible con las inversiones que necesita Extremadura para seguir creciendo, a sacrificar --como quiere el PP-- las legítimas aspiraciones de progreso de nuestra región en aras de un prejuicio contable.

Queda así disuelta la primera contradicción imaginada por la señora Teniente. La segunda tiene que ver con la política fiscal: según la experta del PP regional en la materia, la Junta sube los impuestos, mientras que el señor Zapatero promete bajarlos. A estas alturas ya nadie puede escandalizarse de lo que diga sobre impuestos la militante de un partido que ha incumplido en Madrid sus promesas de bajar la presión fiscal --OCDE dixit--, y ha recurrido en Mérida todas y cada una de las iniciativas del Gobierno regional encaminadas a repartir más equitativamente la carga fiscal en Extremadura. La cuestión aquí, de nuevo, no es tanto denunciar las falacias contenidas en el argumento de doña Cristina, como poner de manifiesto que no existe contradicción alguna entre las propuestas fiscales del programa electoral socialista y la política impositiva de la Junta. Uno y otra pretenden lo mismo: allegar los recursos necesarios para financiar unos servicios públicos dignos, de manera que paguen más los que más tienen. Y no puede haber tal contradicción porque los dirigentes nacional y extremeño del PSOE comparten una visión de España en la que palabras como solidaridad y cohesión territorial vuelven a tener peso. Y porque esa visión común puede cristalizar en compromisos como los asumidos por el señor Zapatero de ejecutar un plan especial de empleo para Extremadura. Compromisos que no asumió el señor Rajoy cuando fue ministro y que todavía no ha planteado como candidato... A pesar de que el líder del PP regional se empeñe en presentarlo como el único capaz de conservar el nivel de inversiones en infraestructuras de los últimos ocho años. Si es así, todo el que aspire a que el AVE o la Autovía de la Plata sean algo más que primeras piedras o rayas de rotulador en un mapa, ya sabe a quién tiene que votar.

En cualquier caso, vale la pena preguntarse qué pasaría si esas discrepancias existieran, si hubiera entre lo que el señor Zapatero propone en materia presupuestaria y fiscal y lo que el señor Ibarra hace al respecto, el abismo que denuncia la diputada Teniente. ¿No serían esas diferencias la demostración de que no hay renuncia ni componenda posible para la Junta cuando están en juego los intereses de los extremeños? ¿No serían la mejor garantía de que, pase lo que pase en marzo, la defensa de esos intereses están en buenas manos?