Se escribía en el editorial de ayer que el contrato de fomento del empleo incluido en la reforma laboral, el de la indemnización por 33 días, está calando. La realidad, por desgracia, muestra todo lo contrario. Casi tres meses después de la entrada en vigor del decreto del Gobierno que ponía en marcha la reforma laboral, la precariedad y la dualidad en el mercado de trabajo han aumentado intensamente y la contratación estable brilla por su ausencia.

Tras la reforma, el 91% de los nuevos contratos son temporales. Aún peor está la situación en Extremadura, donde sólo 3 de cada 100 contratos son indefinidos.

De los 1,39 millones de contratos suscritos en septiembre, únicamente 13.013 fueron de fomento del empleo al amparo de la nueva legislación. El pasado mes se firmaron un 33,5% menos de contratos indefinidos que hace un año, cuando ya estábamos en plena crisis.

¿Son estos hechos aislados? ¡No! En julio y en agosto, ya con la reforma laboral vigente, se registraron caídas de la contratación indefinida similares de un 38 y un 39% respectivamente.

La explicación a este fracaso es reiterativa con respecto a otras reformas. Cualquier reforma que no sea avalada por sindicatos y patronal está condenada más pronto que tarde a ser reformulada, porque de lo contrario se propiciará un conflicto social y laboral sostenido sobre más de 5.000 convenios.

Y mientras el paro y la precariedad avanzan a lomos de la reforma laboral, ahora se está sumando un nuevo y gravísimo problema en Extremadura, la alarmante caída en el número de personas que perciben prestaciones contributivas o subsidios por desempleo. De aquí a final de año unas 22.000 dejarán de recibir estos ingresos, lo que supondrá para la región y para ellas una pérdida de 370 millones de euros.

Miguel Coque Durán **

Secretario de Formación y

Empleo de CCOO de Extremadura.