Más de un enfado se cogieron ayer quienes tenían que atravesar la frontera portuguesa. Los controles realizados por las fuerzas de seguridad con motivo de la boda del Príncipe provocaron colas de vehículos que regresaban a Extremadura. Y el problema no era tanto que pidieran la documentación y registraran el coche, sino el que casi nadie sabía a qué venía el exceso de celo policial y se sospechaba que por la zona podía haber terroristas.