La beatificación de Teresa de Calcuta se completa con diversos géneros. En Abc eligen la entrevista con Dominique Lapierre, el autor de best sellers que hace 23 años quedó prendado de la monja albanesa, la convirtió en personaje y se convirtió el mismo: "Pensé que no era suficiente escribir, denunciar. Había que actuar, tomar partido en el campo de batalla de la pobreza. Desde entonces dedico la mitad de mi vida al trabajo humanitario. He contribuido a salvar 9.000 niños leprosos, a curar cuatro millones de enfermos de tuberculosis".

En El País, la teóloga Margarita Pintos repasa las mujeres que se han beatificado durante el papado de Juan Pablo II y constata: "Todas ellas ejemplifican perfectamente el rol que se nos adjudica: ser sensibles a las necesidades de los sectores más débiles de la sociedad y dar respuesta concreta y práctica a los problemas inmediatos allí donde no llegan las instituciones públicas". Lo rechaza de fondo: "La imagen masculina de Dios justifica una concepción jerárquico-patriarcal de la iglesia católica ( kiriarquía)".

Luis María Ansón (La Razón ) habla de la beata Teresa como le es habitual, empezando por él mismo: "En 1967 emprendía yo, recién casado, un exilio incierto... (otra vez el represaliado). Una manera de hacer saber que se fue de viaje de novios "a la guerra del Vietnam". Pero su olfato de futuro le detuvo antes en la India: "Mi mujer y yo visitamos a la madre Teresa de Calcuta". Qué emocionante: "Treinta años después, la hija que concebimos en nuestro exilio de Teresa y rosas, se fue a trabajar a Calcuta".