WEw l Ayuntamiento de Coria vive desde hace algunos días una situación crítica, a la que ha contribuido decisivamente su alcalde, Joaquín Hurtado, que ha manifestado su voluntad de dimitir de su condición de primer edil y que, posteriormente a ese anuncio, se ha empeñado en hacer una política de tierra quemada al retirar las delegaciones de tres concejales, Sonia Llanos, José Antonio Moreno y Juan Pablo Simón, sobre los que descansaba buena parte de la gobernación de la ciudad. Por si fuera poco, en los próximos días, se pueden producir dos renuncias más, las de Teresa Alcoba y Trinidad López, con lo que los seis concejales del Centro Obrero Empresarial Cauriense (Ceoec), el singular grupo que ha gobernado el ayuntamiento en minoría, habría explotado y quedaría deshecho a 4 meses de las elecciones.

Hurtado quiere que el PSOE coja las riendas del municipio, y este partido le exige que continúe gobernando hasta las elecciones. Y no les falta razón a los socialistas. Porque no es de recibo que el alcalde haya llevado al gobierno municipal a tal situación de descrédito por su atrabiliaria forma de gobernar y de relacionarse con sus concejales. A Hurtado --que gusta de pregonar su amor por Coria-- habría que exigirle responsabilidad, y en este momento responsabilidad es tratar de reducir los daños y conducir al municipio hasta el 27 de mayo con el menor coste para la gestión posible. Un cambio de gobierno ahora tendría una limitada capacidad de acción, si bien ante la situación de emergencia, casi irreversible, que vive el municipio, puede que no quede más remedio.