Sobre las diez de la noche sonó el teléfono. Lo cogió y al otro lado del hilo conductor requirió una voz masculina:

SEnD¿Está Carlos?

SEnDSoy yo. Dime, Alberto.

SEnD¿Te has enterado de la noticia?

SEnDSi te refieres a Ramón, sí. Sé que ha fallecido esta tarde en Badajoz.

SEnDTendremos que preparar algo solemne para su funeral ¿no?

SEnDClaro que sí, Alberto. Ya sabemos lo influyente que fue en vida. Supongo que la iglesia se llenará a tope.

SEnDEntonces, ¿cuándo quedamos para lo del funeral?

SEnDEl sepelio es por la tarde. Así que si nos vemos mañana por la mañana, da suficiente tiempo para prepararlo todo. ¿De acuerdo?

SEnDDe acuerdo. ¿Te parece bien a las nueve?

SEnDPerfecto.

SEnDPues hasta mañana.

SEmDHasta mañana.

Una hora antes del entierro la iglesia ya estaba llena. Otro grupo numeroso con cara de circunstancia se remolineaba en la puerta esperando la llegada del coche fúnebre con el fin de meter el féretro, donde dentro, muy serio con las manos cruzadas sobre el pecho, dormía su último sueño SEnDque fue su primer descansoSEnD don Ramón.

Durante las exequias (que se alargó lo suyo) sus amigos y allegados interpretaron a su gusto. Subieron y bajaron al altar repetitivos para hacer lecturas y salmos, llevados por la amistad, pero más por protagonismo. Con tales salmodias, la salvación del alma está asegurada. Al final, otro recitó un pesadísimo poema y después todos salieron satisfechos quedando el templo en silencio. Algunos claveles rojos pisoteados en el suelo parecían decir sin voz que había terminado la pantomima, mientras que por las vidrieras se colaba una luz crepuscular.

Mañana se muere una persona humilde y sencilla sin artificio estudiado, y todos brillan por su ausencia. No hay brazos para entrar el ataúd en la iglesia. Me he tenido que ofrecer varias veces para ayudar.

Y es que yo tengo la «rara» manía de ir a los entierros donde no va casi nadie. De los que no han tenido fama ni gloria ni perritos que les ladren, de los que han pasado desapercibidos. Mi visión contrasta con la de muchos; será que sé que no soy nada.

EL SENADO

Cementerio de elefantes

Domingo Sanz

Mallorca

De cementerio de elefantes a guarida de presuntos, no hacía falta precisar. Para no auto flagelarnos en exceso contando los millones que nos ha costado el Senado desde que se reinventó en 1977, por si las primeras elecciones libres se les escapaban de las manos a los franquistas reciclados dirigidos por Suárez y Juan Carlos I, comenzaremos por el 15M de 2011. En medio de aquella rebeldía, algunos vieron cosas y lanzaron la única consigna diferente ante las elecciones del 20N: el rechazo al Senado en su propia urna. Los electores se hicieron eco en un porcentaje claramente superior al manifestado en todas las convocatorias desde la Transición hasta 1982. Y ello a pesar del silencio general en los medios y de los esfuerzos de los “interesados”, todos los partidos políticos, por evitarlo.

En 2015 ya se sabía que bipartidismos y mayorías absolutas pasarían a mejor vida. Ante las urnas del 20-D primero y del 26-J después, solo los de Rivera asumieron la causa de eliminar el Senado, de la que hasta Iglesias había renegado expresamente. Se pueden repasar programas electorales, tertulias y declaraciones. Todo hace pensar que si algún día se iniciaran negociaciones para reformar la Constitución, PP, PSOE y Podemos, y hasta más de un nacionalista, dejarían a los de C’s colgados con su propuesta, sus cero senadores y sus treinta y tantos diputados. Si es que no cambian antes de idea para adaptarse a lo que convenga.