Corta con la Deuda" es el lema de la nueva campaña de Intermon Oxfam, aprovechando la oportunidad que brinda el hecho de que ahora se esté discutiendo en el Congreso de los Diputados la tramitación de una Ley de la Deuda Externa. Es el momento de dar un paso adelante en la lucha contra la pobreza, el hambre y la miseria que asola a prácticamente el 80% de la población mundial. Es el momento de exigir que la nueva ley incluya algunas de las propuestas que desde hace años reivindican diversas ONGs a través de campañas como Jubileo 2000 , Deuda Externa, deuda eterna de Manos Unidas, o las movilizaciones de la Plataforma 0,7% y RCADE. Propuestas que básicamente pueden resumirse en cuatro puntos: Condonar de manera inmediata la deuda externa de los países más pobres; Promover un nuevo sistema internacional para tratar el problema de la deuda que incluya a todos los países afectados; Adoptar estrategias de prevención para evitar que nuestra Ayuda al Desarrollo genere nuevas deudas y desarrollar una política transparente, con la participación de la sociedad civil.

Quienes desde hace tiempo, de una u otra manera, hemos participado en las campañas anteriormente citadas consideramos que el debate en el Congreso de los Diputados de una ley sobre tratamiento de la deuda externa es una gran oportunidad para avanzar hacia el fin de lo que constituye un grave problema para los países en desarrollo y, de manera muy especial, para los más pobres.

XDESDEx Intermon Oxfam se nos recuerda que para que la nueva ley se convierta en un mecanismo eficaz es necesario que el texto definitivo que se apruebe en la cámara baja, recoja los siguientes puntos:

--La condonación de la deuda externa de los países más pobres: la ley debe establecer una política de cancelación o conversión de la deuda externa de los países más pobres y con un grado de desarrollo humano bajo o medio, según el criterio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

--La promoción de un sistema internacional para tratar el problema de la deuda que tenga en cuenta a todos los países afectados: incluyendo el mandato para que el Gobierno diseñe una estrategia activa en el ámbito internacional, dirigida a impulsar un nuevo modelo de tratamiento de la deuda externa que cuente con la participación de los países endeudados.

--La inclusión de estrategias de prevención de nuevo endeudamiento: que eviten que la ayuda española al desarrollo y la promoción de nuestras empresas en el exterior genere nuevas deudas a las que los países pobres no pueden hacer frente.

Además, en términos de proceso, la nueva ley debería garantizar el establecimiento de:

--Una política planificada, que parta de un conocimiento preciso sobre cuál es la situación y el importe de la deuda externa con respecto a España, y prevea el momento, los países y los importes anuales a condonar por parte del Gobierno español, limitando al máximo las restricciones presupuestarias o financieras que se pudieran plantear.

--Un proceso transparente y coherente donde se asegure la remisión, por parte del Gobierno al Parlamento español y al Consejo de Cooperación, de toda la información que sea necesaria sobre el estado de la deuda, haciéndola pública a través de los diversos medios disponibles.

--Un sistema participativo, con procedimientos concretos para garantizar la participación de la sociedad civil y las organizaciones que la representan, facilitando al máximo la intervención directa de las poblaciones afectadas por el endeudamiento externo.

Los distintos grupos parlamentarios deberían tener en cuenta todas las consideraciones apuntadas e incluirlas en el texto legislativo final. Sería deseable, además, que iniciativas como la que ahora discuten nuestros representantes políticos tuvieran su réplica en el resto de países desarrollados. De esta forma podríamos comenzar a poner fin a la injusticia histórica que supone la deuda externa. Una deuda que se grava con unos intereses que aumentan cada año, de tal manera que hoy existen países que siguen siendo deudores aunque han pagado dos o tres veces el monto de su deuda, que, dicho sea de paso, supone para los más pobres un porcentaje elevadísimo de su PIB.

No hace mucho Rosa Regás se refería a la problemática de la deuda externa, como la forma que el mundo rico ha inventado para mantener en estado de sumisión, cuando no de esclavitud, al pobre. "Su fin --decía la escritora-- no es sólo el enriquecimiento, sino la imposición en el mundo entero de un neoliberalismo económico brutal, disfrazado de democracia, que permite al 15% o 20% de la población vivir en el consumo más desalmado de los recursos del planeta, mientras el resto trabaja para ellos cuando no languidece de miseria y muere".

Si no ponemos remedio a una deuda que es injusta, inmoral y que ya está pagada, cabe pensar que tienen razón quienes dicen que los países ricos no sólo somos culpables de usura e injusticia histórica, sino que también somos responsables de la miseria y la falta de esperanza en que viven dos terceras partes de la humanidad. Sin la condonación de la deuda no hay salvación ni para esos dos tercios de la población mundial ni, a la larga, para nadie.

*Sociólogo. Autor del libro

´Otra cara de la globalización:la problemática de la Deuda Externa´