Por razones de oficio he consultado con cierta asiduidad los Diarios de Sesiones de las Cortes . Cuando manejé el Diario de Sesiones del Senado me llamó la atención el exquisito trato, el profundo respeto, incluso el afecto con que se trataban los senadores en los debates. Pensé que, al ser el Senado de la Restauración una cámara oligárquica en la que estaban representados alta nobleza, capitanes generales, jerarquías de la Iglesia católica, grandes contribuyentes y otras instituciones explicaría que todos se conocieran y de ahí su trato cuasi afectuoso.

Más recientemente, para un trabajo sobre Eduardo Baselga , diputado republicano por la circunscripción de Badajoz entre 1879 y 1905, que publicó la Revista de Estudios Extremeños estudié con cierta extensión y profundidad el Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados . En aquellas Cortes estaban representados conservadores y liberales, republicanos y carlistas, católicos integristas y anticlericales. Se discutieron temas tan espinosos como la separación de la Iglesia del Estado, el laicismo, etcétera. Me sorprende muy gratamente la viveza de los debates con numerosas y cortas intervenciones en los plenos. Con frecuencia las actas de algunos diputados eran discutidas y se denunciaban irregularidades, atropellos y chanchullos, pero expresiones como "mi distinguido amigo", "mi admirado profesor" dirigidas por un ministro de la Corona a un diputado republicano era un tratamiento habitual. Me admira la corrección, la educación y la cortesía con que se trataban los diputados a pesar de las diferencias ideológicas. Ya sé que aquellas Cortes tenían un importante déficit democrático. Si los políticos de la Restauración levantaran la cabeza y vieran o escucharan lo que nosotros vemos y oímos en la actualidad, de la sorpresa pasarían al estupor. Llamar al presidente del Gobierno mentiroso o traidor a las víctimas del terrorismo sería algo inimaginable. Tampoco comprenderían que se le dijese al líder de la oposición que se alegra de la crisis económica. ¿Dónde está la cortesía parlamentaria?

XLOS DEBATESx parlamentarios tienen mucho de representación, de teatro, y éste es un reflejo de la vida misma. Somos muchos los que asistimos con preocupación a un cierto encanallamiento de la vida pública. Los partidos tienen la obligación de dar ejemplo. Esos ataques que nuestros políticos se dirigen en las Cortes, en las asambleas, en los ayuntamientos y en los mítines, pasan a la calle, y la falta de educación y la grosería se extienden como una mancha de aceite. Mal que Rodríguez Zapatero califique a la oposición de "patriotas de hojalata"; peor que el señor Rajoy llame al presidente del Gobierno "bobo solemne", "indigno y cobarde" y lo acuse de "chalanear con los terroristas".

En la vida pública no debe haber más enemigos que los terroristas; los militantes de uno u otro partido son rivales o adversarios. Con los insultos personales que se dirigen ¿pueden consensuar algo? El señor Bono debería vigilar y hacer que se cuiden más las formas, tan importantes en la política, y llamar al orden para que cumplan con la cortesía parlamentaria. Quizás convendría que nuestros representantes leyeran, en los Diarios de Sesiones , los debates de aquella época y aprendieran las formas de aquellos políticos.

Peor ejemplo nos da la jerarquía de la Iglesia católica a través de la COPE, la llamada emisora de los obispos que --los continuos insultos y ofensas graves-- han llevado a los tribunales a condenar a cierto presentador.

En este contexto no puede sorprendernos que haya alumnos y padres que amenacen e insulten a los profesores o haya médicos que incluso sean agredidos.

Algunos creemos que se puede y debe ser duro en el fondo, pero hay que guardar las formas.