La venta/disolución del Banco Popular ha multiplicado el interés por el estado de la banca en España. Parte por el efecto «llamada» de aquellos que, lógicamente, tratan de evitar verse envueltos en imágenes similares a las de muchos particulares y empresas, perjudicados por la venta forzosa del Popular. También ha servido para rescatar el tema para la clase política; pero, claro, éstos están más que acostumbrados a oler sangre y buscar culpables fáciles de asimilar y ofrecer conclusiones demagógicas sin mucho análisis ni empacho en hablar. Antes, incluso, de pensar.

Pero algunos miembros de la banca española ya eran escrutados hace tiempo por determinados actores en el mercado. Especialmente por aquellos «hedge funds» (literalmente, fondos de cobertura) que invierten en posiciones cortas (volveremos a ello). La caída de Popular motivó que parte de esos fondos decidieran posicionarse en las acciones de Liberbank, siguiendo la línea de fondos que lo habían hecho previamente. Un movimiento que provocó una doble reacción, en la que el pánico se disimulaba no siempre de la mejor forma, en los clientes y accionistas del banco y los organismos supervisores de los mercados en España. La confianza en la entidad se adentraba en un terreno altamente resbaladizo.

La situación de Liberbank tiene una potente influencia en Extremadura. Aunque poco queda ya de esa entidad, Caja Extremadura forma parte originaria de la actual Liberbank, creado en una más de aquellas fusiones de cajas que se forzaron en el eje de la pasada crisis. La inercia de la base de clientela y el arraigo de la entidad en muchas zonas de la región suponen que la cuota de mercado de la entidad en Extremadura sea relevante. Así que el destino de la entidad se mira con mezcla de cautela y preocupación desde nuestra región.

En medio de las dudas previas a la resolución del Popular, Liberbank vivió días peligrosos en el mercado, hasta el punto que su cotización bajó un 40%. El viernes, con el certificado de defunción del Popular sobre la mesa y titulares sensacionalistas volando sobre nuestras cabezas, las acciones se apuntaron una agresiva bajada del 17,5 %. Entonces, la CNMV, inédita en medio de sesiones similares con el Popular, se decidió a actuar.

La decisión por parte del supervisor fue la prohibición de las posiciones cortas sobre la entidad. Esta decisión, que tiene un indudable carácter excepcional (solo puede decretarse de forma temporal), tiene un precedente en 2011, cuando la propia CNMV resolvió vetar las posiciones cortas («bajistas») sobre el completo sector financiero español, justo entonces en el ojo del huracán. La medida provocó un alza en la acción de Liberbank en la apertura de los mercados el lunes del 41,8%. Desde entonces, la acción no ha hecho más que volver a bajar.

En estos días, cuando alguien me ha pedido que le explique qué son las posiciones cortas, mi primera reacción es suspirar. No porque me incomode la pregunta (más bien lo contrario, yo mismo soy un penitente «inquisidor») sino porque es complicado describir algo que es contraintuitivo para el espectador lego. Haciendo un esfuerzo de sintaxis, una posición corta supone «pedir prestadas» acciones de una empresa que se considera que va a bajar en su cotización («posicionarse»). Cuando bajan, se venden y devuelven las acciones al propietario, ganando la diferencia de precio. Por ello, son usualmente identificadas como movimientos especulativos.

La prohibición de los cortos solo otorga un respiro. Porque la CNMV equivoca el diagnóstico: no son la causa de la situación de la entidad, sino una consecuencia. Si hay fondos especializados dispuestos a invertir (no olvidemos: arriesgar) «contra» un valor, deriva de un análisis previo que detecta que existen problemas que comprometen su valoración, incluso aunque aún no hayan aflorado. Nadie invierte para perder dinero, ni estos fondos hacen especulación pura. No son juegos de azar. Lo que subyace es una falta de confianza en la estrategia de la entidad. De hecho, no erraron con el Popular. Y la acción de Liberbank ha caído desde el pasado lunes.

Porque lo que está en corto es la confianza. Liberbank no está en el mismo estado del Popular. No tiene grandes tensiones de liquidez, no sufre de problemas en el balance derivada de una mala digestión del crédito inmobiliario, ni hay confusión clientes/accionistas. Lo que falta es devolver la confianza en el banco y explicar claramente la solvencia y planificación futura de la entidad.

El resto, un parche que no devuelve, precisamente, ninguna confianza.