TTtodo parece indicar que los nacionalistas vascos y catalanes se van a convertir o se han convertido ya, a partir de las votaciones de esta misma semana, en los costaleros parlamentarios del Gobierno Zapatero hasta el fin de la Legislatura, con paradas controladas en otoño de 2010 (elecciones catalanas) y en la primavera de 2011 (elecciones municipales).

En la matemática electoral que salga de esas dos fechas tienen cifradas muchas esperanzas las fuerzas políticas presididas por Artur Mas (CiU) e Iñigo Urkullu (PNV). Aquel, para recuperar el poder y de la centralidad en Cataluña. Y este para consolidar su poder en las tres diputaciones forales vascas, sobre todo la de Alava, mantenida por los nacionalistas por encima de la legitimidad lograda en las urnas por el PP en las elecciones hace tres años.

En ambos casos, en pugna con los intereses de los socialistas en las respectivas comunidades autónomas. Así, que José Montilla en Cataluña y Patxi López en el País Vasco mirarán con desconfianza estos ritos de apareamiento dictados desde Moncloa e inevitablemente van a salir en las coplas sobre eventuales alianzas de Zapatero con sus costaleros nacionalistas.

Pero más va a estar en las coplas el propio Zapatero a partir de ahora según el precio que esté dispuesto a pagar. De momento, ya se han utilizado contra él las demandas que el nacionalismo vasco expresó en sus propuestas derivadas del debate sobre el estado de la Nación. Hasta las más extravagantes, como la selección vasca de fútbol o la reintegración del Condado de Treviño en el País Vasco, sin olvidar las recurrentes sobre el derecho a decidir y el cambio de marco político. Sin embargo, muy pocos se molestan en señalar el pequeño detalle de que los socialistas votaron en contra de tales reivindicaciones.

Aunque no responde a ningún pacto escrito, parece evidente que la cena madrileña del pasado lunes entre los líderes de CiU y el PNV, Mas y Urkullu, acompañados, respectivamente, por sus portavoces en el Congreso, Duran y Erkoreka , se han concertado para repartirse el trabajo de mantener vivo a Zapatero en la Moncloa. El pasado martes le tocó a CiU evitar la derrota del Gobierno al votarse el techo de gasto presupuestario propuesto (7,7 por ciento respecto al ejercicio anterior). Y en el otoño le tocará al PNV evitar la derrota de los Presupuestos Generales de 2011, a fin de que Zapatero no se vea abocado a convocar elecciones generales antes de tiempo. Queda claro el escaso entusiasmo de los nacionalistas por hacerle el trabajo al PP.