Según las enseñanzas bíblicas en un país durante siglos confesional católico, aunque aconfesional según la más reciente Constitución española, la muejer fue hecha por el Creador de una costilla de Adán. Eso ha dado para mucho.

Una costilla tiene carne entre hueso y hueso y este relato religioso ha impregnado en cuerpo, alma, venas, cerebro y acciones, los comportamientos, actitudes, circunstancias, decisiones, en toda clase de países, pueblos, ciudades, gobiernos y sociedad en general y en particular.

¿Qué tal su costilla, señor alcalde, señor doctor, cartero, maestro, jefe de obra...?, o como se prefiera. Ellos responden con naturalidad.

¿Se pueden imaginar las consecuencias --que ni siquiera habría que adjetivar-- de semejante doctrina?

¿Se habría logrado una sociedad diferente a la actual?

¿Se conduciría de otra manera, anunciándose como se anunció, cómo llegó la mujer al mundo?

Según la Sagrada Biblia, la mujer surgió entre dos huesos largos y arqueados que parten de la columna vertebral, en la espalda. lecciones enseñadas y aprendidas mientras la Iglesia y el poder temporal permanecían fuertemente unidos...

Puntos suspensivos. Muchos puntos suspensivos. Puntos suspensivos casi infinitos. Casi, por si acaso.

Hace veinticinco años, habría sido ni siquiera imaginable que un día, el 25 de noviembre, fuera una jornada de amarga y sangrante reflexión internacional sobre la violencia contra las mujeres. Todo debe de tener, por los más prestigiosos sociólogos, directores generales, políticos y pensadores, muchas otras connotaciones de altura, de grandes medidas, de gastos e inversiones crecientes.

Habría que escuchar la versión de Adán.

María Francisca Ruano **

Cáceres