WEwl leve descenso de la inflación interanual en una décima en marzo, hasta quedar en el 3,9%, no puede ocultar que el crecimiento de los precios en nuestro país es de los más altos de la OCDE y de la eurozona. Durante el último mes, subieron en España el 0,7%, y en Extremadura, el 0,6%. La causa principal de esta dinámica no debe buscarse en la escalada del petróleo hasta los 70 dólares el barril, y menos en las subidas del tabaco y de las bebidas alcohólicas, con una repercusión menor en la cesta de la compra de la mayoría de las familias. Más bien hay que insistir en la debilidad estructural de la economía española y en el incremento de los intereses hipotecarios como responsables principales de la inflación. La peor consecuencia es el empobrecimiento de las familias. En el último año, el gasto en vivienda ha crecido un 9,2% y, en paralelo, el ahorro ha caído hasta el 10,4% de la renta disponible (ingresos después de impuestos). Pero este porcentaje medio enmascara el hecho de que gran parte de las familias no ahorran nada y apenas llegan a cubrir sus gastos hasta final de mes. El resultado es que la economía crece, pero lo hace sin que se corrijan los desequilibrios, todo lo cual pasará factura más pronto que tarde.