WLwa Unión Europea encara el año económico con datos que los más optimistas califican de moderados. El crecimiento de los países que comparten el euro será, a todo estirar, del 1,7%. Y el del conjunto de la UE --antes de la incorporación de 10 nuevos socios en mayo--, del 2%. Estados Unidos y Japón superarán con creces durante el 2004 estos promedios.

¿Es otro síntoma del declive de Europa? No. Más bien estamos ante un problema de definición de un modelo conjunto de crecimiento, una vez que el modelo monetario --la adopción del euro-- ya se ha revelado positivo, porque ni siquiera la volatilidad del tipo de cambio de los últimos meses ha hecho especial mella en las exportaciones de las economías de peso de la UE.

En toda la eurozona conviven mal las reivindicaciones sociales en defensa del Estado del bienestar, como demuestran el vuelco electoral francés o las manifestaciones en Alemania e Italia, con el exceso de gasto público para satisfacerlo. Es la política de contención del déficit en todos esos países, según las estrictas normas comunitarias, la que empieza a ponerse en duda. Anteponer crecimiento con más gasto público a estabilidad presupuestaria es el debate que se abre a partir de ahora.