TLta Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (Fadsp) asegura que el Sistema Sanitario Público extremeño es, junto al de Cantabria, el mejor de toda España. ¡Ahí queda eso!

Pude comprobar en mi entorno, que la noticia era cuestionada. Más de uno apostaba por un error periodístico o una acción propagandística que ocultara algún dislate mayor. El personal, acostumbrado a mirar lo extremeño en las últimas casillas de las estadísticas, no está entrenado para estos soponcios de los primeros puestos.

A la falta de entrenamiento habría que añadir una cierta incapacidad para ser, una persistente duda para confiar en sí mismos y hasta un cierto convencimiento de que esta tierra no tiene facultades para lo mejor: es un malditismo genético, un concepto decimonónico, arrastrado desde los largos y oscuros tiempos de la postración que no se rinde ante la aprobación general ni ante los datos objetivos que puedan aportar estudiosos y especialistas que nada nos deben ni que nada esperan de esta tierra. Es como si deseara orientarse en el mundo exclusivamente por distintivos trágicamente marcados, la postergación y el retraso, que le impiden disfrutar del progreso y le llevan al sarcasmo de no estar a la altura de sus propios logros.

Pero es cierto. Una asociación ha declarado la Sanidad extremeña como la mejor y no hay que tenerle miedo al veredicto, porque de él se deduce la jerarquía de los valores que priman en esta autonomía, el esfuerzo invertido para que lo principal siga siendo lo primero, y el establecimiento del bien común sobre el privado, presupuestos que empezarían a convencer a cualquiera de que hacer las cosas bien en esta tierra, es algo más que una simple percepción de dudosa base real.

El reconocimiento aumentará, ciertamente, la autoestima de quienes llevan tiempo trabajando por mejorar el sistema y les impulsará a tapar las vías por las que hace agua, imperceptibles a las estadísticas, pero reales, como las listas de espera, la limpieza de los hospitales, la atención a los familiares y las diferentes deficiencias que con frecuencia denuncian los asistidos en las cartas al director del periódico. Pero ahora hay que felicitarles y con la felicitación, una sugerencia: la puesta en funcionamiento de un servicio de sociopatología que imparta sesiones de terapia colectiva a fin de que desaparezca, de una vez por todas, el exacerbado sentimiento de inferioridad y el deficiente sentido de comunidad de los extremeños, incapaces de creer en sí mismos y de disfrutar sus propios éxitos.

*Licenciado en Filología