Que una madre tenga que acudir a los Servicios Sociales para que éstos asuman temporalmente la tutela de su hija de trece años, por la incapacidad manifiesta que ella misma con valentía reconoce para enderezar su conducta, es algo que debería hacernos reflexionar seriamente sobre los hábitos que nuestros niños y jóvenes están adquiriendo y que nosotros estamos a modo de alcahuetes consintiendo. ¡Cuántos casos conozco de estas mismas características!

Niños que sistemáticamente no van a clase, cuando por ley están obligados a asistir. Los veo errantes por las calles de mi pueblo, Jaraíz de la Vera, y con total impunidad se pasean por delante del instituto y, ¿qué hacemos al respecto?, rellenamos informes, enviamos partes de faltas, notificamos el absentismo a sus padres, si persisten seguimos el plan B que es alertar a la policía local y Servicios Sociales, en fin, medidas clamorosamente ineficaces a tenor de la evidencia, pues los niños siguen vagando.

A estos padres que conociendo el absentismo escolar de sus hijos y no toman medidas de ningún modo deben quedar impunes. Tenemos entre todos que arbitrar un procedimiento sancionador para que estos niños acudan a clase, con medidas incluso contundentes. Estemos vigilantes en todo aquello que concierne a nuestros jóvenes pues la sociedad que heredaremos dependerá de ellos.

Estos niños están creciendo en un entorno y ambiente nada recomendables para su temprana edad y empiezan a adquirir hábitos y conductas que, fertilizadas por las malas compañías no pueden sino desembocar en la exclusión social que finalmente repercutirán irremediablemente en nuestra sociedad. Es prioritario que atajemos este desmán pues tarde o temprano acabará pasándonos factura. Como dice el refrán: Cría cuervos...

Juan C. López Santiago **

Jaraíz de la Vera