XExl proceso seguido contra Michael Jackson por abuso sexual de menores ha terminado. Después de 14 semanas de juicio y 30 horas de deliberación, el jurado ha absuelto al cantante de todos los cargos. Nacido en el seno de una familia afroamericana del industrial Estado de Indiana, el menor de nueve hermanos hijos de un obrero metalúrgico, Jackson personifica el sueño americano, una fábula del éxito conseguido a través del genio artístico, el esfuerzo y la constancia de una familia humilde; pero también la pesadilla de una figura mediática de contornos siniestros.

Poco queda en el Michael Jackson demudado, casi llevado en volandas por sus guardaespaldas, que abandonaba el tribunal en Santa María, al norte de Los Angeles, luego de haber sido declarado no culpable, del niño prodigio que 40 años atrás sorprendió al mundo al frente de los Jackson Five. Convertido en multimillonario, se había trasladado con toda su familia a la soleada California protagonizando su particular Operación Triunfo. Ya en solitario, del brazo de la multinacional Sony, Jackson se coronaría más tarde como el virtual rey del pop.

Pocos repararon entonces en la cara oculta de ese éxito resonante, que fue aflorando poco a poco con los extravagantes matrimonios del cantante, los hijos que tuvo mediante inseminación artificial, los tratamientos farmacológicos para aclarar su piel y las reiteradas intervenciones quirúrgicas que transformaron su feliz rostro infantil en una máscara irreconocible desprovista de cualquier rasgo identificativo de su raza.

En la cumbre de su celebridad y fortuna, Jackson adquirió un rancho en el Condado de Santa Bárbara y se retiró. Bautizó su mansión con el nombre de Neverland, el país fantástico de Peter Pan , el niño que se negaba a crecer. Michael Jackson era también un niño. A los 6 años le habían robado la infancia por dinero, y a los 40 detuvo el tiempo y se compró otra. Entonces, este Peter Pan de carne y hueso se rodeó de niños y se los llevó a su país de Nunca Jamás. Las denuncias de pedofilia no tardarían en llegar. La sociedad americana, que había creado y alimentado el monstruo, se desentendió de su criatura, y como le ocurriera al desdichado Frankenstein , le dio la espalda. Michael Jackson fue abandonado por quienes habían sido sus amigos y valedores: Steven Spielberg, Katharine Hepburn, Jane Fonda, Liz Taylor ... Sólo el exniño Macaulay Culkin ha comparecido ahora en su ayuda, para declarar en el juicio que el cantante nunca abusó de él.

Le quedaba el dinero. Con 20 millones de dólares consiguió desembarazarse de la primera denuncia por abuso sexual. Los rumores persistieron, y el escándalo se desbordó en el 2003 al emitirse un documental en el que Jackson reconocía que dormía con niños pero negaba que abusara de ellos. En las imágenes aparecía de la mano del menor Gavin Arvizo , convaleciente de cáncer, quien reclinaba plácidamente su cabeza en el hombro del cantante.

El juicio no se ha convertido en el circo mediático que llegó a ser el de O.J. Simpson, porque en esta ocasión el juez no ha permitido su retransmisión en directo, pero Estados Unidos se ha paralizado durante la emisión del veredicto, atendido por 2.000 periodistas y fans a las puertas del tribunal. Inmediatamente después de conocerse la sentencia, los miembros del jurado han ofrecido una rueda de prensa. "Hemos tratado el caso como si el acusado no fuera una celebridad", han asegurado. Es imposible. ¿Podemos imaginar el resultado del juicio si se hubiera desarrollado contra un afroamericano anónimo en el suburbio industrial en el que Jackson nació?

Cuarenta millones de dólares invertidos por la fiscalía, decenas de testimonios, documentos, pruebas periciales, el material pornográfico incautado en el registro de su domicilio, los precedentes de los procedimientos judiciales anteriores y el testimonio incriminatorio y directo de la propia víctima no han servido de nada frente a la mejor defensa que el dinero puede pagar.

El testimonio de la madre de la víctima, Janet Arvizo , con antecedentes por fraude, no gustó al jurado. El tribunal ha señalado que la denunciante les resultó incoherente y combativa. La defensa de Jackson aseguró que la testigo mentía y representaba un papel aprendido. No debió de hacerlo muy bien, porque no convenció. "No nos gustó que nos señalara con el dedo", han dicho los jurados. Quizá una actitud contrita, más humilde y menos reivindicativa de la madre le hubiera conferido más credibilidad.

La grandeza, y a veces la miseria, de los juicios con jurado, estriba en que el tribunal representa a la sociedad. Jackson no irá a la cárcel, pero ha sido castigado: quienes le encumbraron reniegan ahora de él. Sin embargo, representados por ese tribunal que ha juzgado a Michael Jackson, la criatura por ellos creada, los americanos se han absuelto a sí mismos.

*Fiscal