TUtn nuevo asesinato por parte de miembros de la banda criminal ETA, hienas del terror, pistoleros enloquecidos, canallas sangrientos, mafiosos del negocio de la muerte que aprietan el gatillo y hacen explotar las bombas de su bestialidad, han vuelto a matar en el País Vasco. España entera se ha vuelto a movilizar contra los etarras.

ETA ha matado a un héroe, el inspector de policía Eduardo Puelles , con una brillante hoja de servicios, que llevaba toda la vida jugándose la defensa de la democracia contra las alimañas más bestias que se ha parido en mucho tiempo en el terreno donde estas fieras paranoicas se alimentan solo de la sangre de sus víctimas. No es por la independencia de Euskadi, no, como quieren argumentar. Es por las miserias de su perturbación histórica. Sencilla, claramente, por dinero. Profesionales del crimen, de los desgarros de las familias, de crear el miedo, de imponer los impuestos revolucionarios.

La banda criminal ETA y sus brazos han vuelto a segar la vida de un español de bien. El esquizofrénico placer del crimen, bajo sus inadmisibles argumentos, solo busca dinero. Lo ha dicho, con valentía y decisión, a caballo entre el dolor y el desgarro, su viuda.

Eso ya lo hemos proclamado hace tiempo. ETA solo busca el negocio de la extorsión, del chantaje, del tiro en la nuca, del coche bomba, del impuesto revolucionario. ETA se conforma de una banda de negociantes fascistas, terroristas y criminales tratando de implantar el crimen y asestar cada vez que pueden un golpe vital en la estructura de la sociedad española.

España entera ha sentido el zarpazo dramático del asesinato de quienes solo se merecen la cárcel mediante toda la fuerza de las leyes de la democracia y la más enérgica severidad de la justicia. No es justo que un país entero tenga que ser víctima constante de ETA, que en su esquizofrenia siega la vida de españoles de bien. Como Eduardo Puelles y que luchó de modo implacable contra las bestias etarras.

Los criminales han vuelto a sembrar el terror con su guadaña asesina. Su odio a la sociedad democrática española solo tiene un destino: la cárcel.