Escritor

Tras el crimen de la Fundación Jiménez Díaz, el sarcófago donde reposan los restos del ilustre médico ha crepitado, y hasta en la Sacramental de San Isidro las tumbas se abrieron gritando venganza fiera. Según Rosa Gómez, psiquiatra de los servicios médicos de la Comunidad de Madrid (la presunta homicida es médico residente de la Fundación), ha asegurado que esto es debido a las depresiones de caballo que se cogen los médicos residentes. Según esta afirmación, todos somos posibles homicidas, y hasta presuntos, y alguno homicida declarado. Porque Bush, cuando asegura que la victoria está a la vuelta de la esquina, es porque los criminales de guerra no van a parar hasta darle gusto a él y al 70% de los americanos que le apoyan, y si seguimos bajando la escala de valores, de los que le han apoyado, es mejor no dar los nombres, máxime cuando Cardoso, el portavoz del Ayuntamiento de Badajoz, ha encontrado 51 razones para hacer la guerra, que puede ser un índice de las puñaladas que puede estar dispuesto a dar un ciudadano cualquiera que encuentre 51 razones para darlas. Pongámonos en el caso de un recogedor de basuras que comienza a las doce de la noche hasta avanzada la madrugada a recoger mierda de los demás. ¿Cuántas razones tendrá a su favor...? Después están los que debutan en una masacre porque un amigo les ha asegurado que el vecino del quinto tiene un ántrax guardado en un sobre de papel tela con un lazo azul, como si fuera una carta de amor. Pero es un ántrax. Y entonces toda la comunidad de vecinos, con el jefe de escalera al frente, urden una trama para cargarse al vecino del quinto y rescatar el ántrax. No todos están convencidos, pero el jefe de escalera, que tiene bigote, sigue en sus trece, y es asaltado el tal vecino al que le dan cincuenta y una puñalada con todas las razones, pero pasa que no encuentran el sobre con el lazo azul que guarda el ántrax.

Y así podríamos seguir hasta la extenuación buscando posibles armas de destrucción masivas y encontrando a todas horas todo tipo de criminales de esta frondosa fauna que es la humanidad, donde tenemos criminales, de los que además somos íntimos amigos.