La campaña navideña está en plena eclosión, lo cual no impide que los comerciantes extremeños se quejen amargamente de los resultados de sus negocios. El negativo balance que realizan de lo que va de año (la caída es la mitad que la media nacional, según el INE) dicen que no se podrá compensar con las ventas navideñas y ya anuncian que a partir de enero habrá despidos y cierre masivo de negocios.

Es la temida deflación, ese mal que los economistas llaman la enfermedad del diablo , que adormece el consumo debido a la falta de confianza de los consumidores y a que no circula el dinero --aunque esté barato--, y que desemboca en una fuerte caída del consumo y de los precios.

Unos y otros, consumidores y comerciantes, tienen razones suficientes para temer un futuro incierto de cara a los próximos meses, sobre todo si los bancos siguen guardándose ese dinero que los contribuyentes les hemos prestado para que pueden tener liquidez. Es, por tanto, la pescadilla que se muerde la cola, y únicamente aumentando la confianza de unos y otros se podrá superar la crisis. El dinero es ahora barato y muchas familias tienen asegurados los ingresos, pero el miedo el libre. Aun así, o nos dotamos de un cierto positivismo o terminamos sumidos en un pozo sin fondo.