Hemos vivido durante estos últimos años una fiesta: el crecimiento económico en España ha sido espectacular, el empleo ha llegado a nieves inimaginables, nunca tantas personas estaban ocupadas y en algunas regiones se llegó al pleno empleo. No cabe duda y nadie puede negarlo que en estos años ha mejorado nuestro bienestar económico, el de la sociedad extremeña y el de la española en general.

Sin embargo, no se aprovechó la bonanza para construir una sociedad más justa. Cínicamente, se ha preferido aumentar el tamaño de la tarta, pero no discutir cómo se reparte. El crecimiento económico, con todas sus posibilidades, es necesario para el desarrollo de una sociedad, pero no suficiente para lograrlo, la propia situación actual nos muestra "que si toda esta considerable masa de recursos y potencialidades, puesta a disposición del hombre, no es regida por un objetivo moral y por una orientación que vaya dirigida al verdadero bien del género humano, se vuelve fácilmente contra él para oprimirlo" (SRS 28).

XPRUEBA DEx ello es que por primera vez, se ha roto la tendencia de reducción de la desigualdad observada en España en los últimos cuarenta años, descenso experimentado incluso en períodos de crisis intensa, nada que ver con la situación vivida.

Este mantenimiento de la desigualdad, provocado por al contención de los salarios y el gasto social, ha causado que la pobreza también se mantenga. Los datos presentados a finales de octubre por la Fundación FOESSA, coincidentes con los ya publicados por el Instituto Nacional de Estadística, de un 19,5% de personas pobres en España y un 39,7% en Extremadura indican que vivimos en una sociedad muy vulnerable. Esas personas no son todos excluidos, no son todos marginados, no son todos sin hogar, pero sí están viviendo con dificultades en una sociedad opulenta, con un nivel de riqueza pocas veces visto en su historia.

Hasta ahora, este relato habla de lo que ha ocurrido, no de lo que está ocurriendo. La fiesta de la que hablábamos ha parado y en este momento llega la resaca que no afecta a todos por igual. Los que ya lo pasaban mal están en mayores dificultades y algunos de los vulnerables caen en la pobreza, ya nos decía hace una década Hyab Oabki UU que en la sociedad actual "están aquellos --los pocos que poseen mucho-- que no llegan verdaderamente a ser , porque, por una inversión de la jerarquía de los valores se encuentran impedidos por el culto del tener ; y están los otros --los muchos que poseen pocos-- los cuales no consiguen realizar su vocación fundamental al carecer de los bienes necesarios" (SRS 28).

Esto debe interpelarnos, debe sacudir nuestras conciencias, debe hacer que nos preguntemos qué sociedad somos y queremos ser, pues el desafío consiste en asegurar una globalización en la solidaridad, una globalización sin dejar a nadie al margen. Se ha discutido durante un año si estamos en crisis o no. Pues ya de acuerdo en que lo estamos, no seamos pesimistas y tomemos uno de sus significados: "cambio importante en el desarrollo de un proceso". Aprovechemos este momento. Aprendamos de lo sucedido estos años y repensemos nuestra sociedad para que sea más justa y solidaria, hoy "es necesario esforzarse por implantar estilos de vida a tenor de los cuales la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, así como la comunión con los demás hombres para un crecimiento común, sean los elementos que determinen las opciones del consumo, de los ahorros y de las inversiones" (Centesimus Annus, 36).

A la ciudadanía en general, y a la Iglesia en particular, nos ha de interpelar la actual situación económica, nos debe doler y preocupar seriamente, ya que son muchas las familias, las personas, que ven amenazada, ante esta crisis, su estabilidad laboral, su dignidad personal, sus derechos personales y sociales. Se está acrecentando la pobreza y la exclusión en muchos hombres y mujeres. Por eso levantamos la voz y queremos ser altavoces del peligro de una pobreza que puede alcanzar formas gigantescas para compartir camino con todos los ciudadanos que tienen la misma preocupación y quieren estar al lado de los que sufren.