TStiempre he tenido a la de economista por una de las profesiones más contradictorias. Supongo que en las facultades de económicas, que no sé si se seguirán llamando así con esta moda de cambiar a todo de nombre, se enseñará a los estudiantes a poner en práctica los principios de una ciencia que el diccionario define como la "que estudia los métodos más eficaces para satisfacer las necesidades humanas materiales". De modo que, en efecto, los jóvenes se esforzarán por aprender métodos estadísticos aplicables a la gestión económica, estudiarán los fenómenos demográficos para anticiparse a las necesidades de la población, analizarán la historia desde un punto de vista más adecuado para aprender de los errores pasados... Todo para procurar que sean razones de carácter científico las que fundamenten la actividad económica.

Pero, claro, todos sabemos que aplicar este tipo de criterios al análisis de unos fenómenos en los que interviene de forma decisiva el egoísmo humano, el afán de enriquecimiento, el propósito de obtener el mayor beneficio en el menor tiempo, resulta tarea tan bien intencionada como condenada al fracaso. ¿Acaso ha sido el deseo de satisfacer necesidades humanas el que ha promovido el destrozo cometido en nuestras costas, por ejemplo? Parece dificultosa la tarea de hacer compatibles la obtención del bien colectivo y el beneficio privado a cualquier precio.

En estos días, al común de los mortales le resulta difícilmente comprensible que sin haber cambiado las condiciones materiales en que la humanidad se desenvuelve, disponiéndose de la misma riqueza, de los mismos medios de producción, iguales canales de distribución, etcétera, de hace dos, tres años, se desate una crisis como la que atraviesan las economías occidentales y que está ya afectando a todo hijo de vecino. Quien pagaba 500 euros de hipoteca y ahora paga 900 no necesita tecnicismos para saber qué es la crisis. ¿Pero todo es atribuible a la especulación? ¿Dónde han estado los economistas gobernantes?

*Profesor.