Llegó el verano, y pensamos en darle alegría a nuestro cuerpo ma- ca-re-na. Las colas del paro se cambian por rabos de toro, los ´reventa´ hacen su agosto en julio y cobran el morlaco a precio de coltán. Los índices de parados hacen piruetas como si de un bandoneón se tratase. Y esta vez la letra de milonga habla de una bajada de parados, pero los bomberos toreros, aquellos que llegaron a poner el cartel de no hay billetes en muchos cosos extremeños, ya no tienen los bolos de antaño. Entramos en los meses estivales con las chanclas del revés y al sur de la charca empresarial, y a todo esto por la televisión escuchamos a una funcionaria extremeña farfullar que a ella no le afecta la crisis. Reitera que es funcionaria y que sella muy bien los informes, y que les pone fecha y que los billetes de la nómina se los mete a las rebajas en forma de saldo intelectual.

De momento en el sector que más nos afecta ahora, el económico, al menos hay propuestas interesantes y por los que debemos manifestar un respeto a la política regional. El jefe del Gobierno extremeño, Guillermo Fernández Vara , pone todo su empeño en promover un pacto social y político contra la crisis. Un tema que nos atañe a todos y que necesitamos sentir todos, porque la crisis no es una señora con peluca y machete que entra en unas casas y en otras no. Sacamos el ábaco y echamos cuentas. Las 67.852 empresas extremeñas, seguramente algunas menos tras la peste negra financiera que sufrimos, lloran números rojos. De ellas 67.763 son pymes y micropymes. 18.902 son empresas familiares y pequeños emprendedores de 1 ó 2 asalariados a los que se les acumula plomo en las puertas de sus negocios. Y es que el plantel está que arde, hasta el Teatro Romano de Mérida se quema. Nerón con cara de salfumán ríe desde las columnas del enclave emeritense. Justamente desde allí salen las ayudas para estas empresas, bomberos con fajo de billetes desde el augusto gobierno extremeño a las que se les suman las ayudas en innovación, 1,9 millones de euros por parte del Estado. Zotal presupuestario para aliviar la agonía.

Las sensaciones del verano pueden provocar un efecto rejuvenecedor, pero de momento con los bubones a cuestas, muchos viajarán a playa hipoteca con tartera de despidos en fritura. Esperemos que el bronceado nos ponga guapos y salgamos, por lo menos, dignos en la cartilla del paro.