La cifra del paro ha disparado todas las alarmas. Dos millones de trabajadores forman el batallón de quienes no disponen de un salario para vivir y ahora mismo dependen de la subvención del desempleo. Además se ha constatado una vez más que los sectores afectados directamente por la crisis de la construcción son los más vulnerables por su menor capacitación.

El presidente del Gobierno se ha referido directamente a esta circunstancia aludiendo a que se intentará, con planes especiales, recolocar a estos trabajadores en otros sectores de la economía. Para ello, en muchos casos, será necesario un proceso de recapacitación. ¿Por qué no aprovechar que los trabajadores afectados estarán acogidos al desempleo para potenciar su formación, no sólo como un paliativo para el desempleo actual sino para modificar la estructura laboral de España?

La crisis española es más profunda que la de otros países porque a los factores internacionales --crisis financiera y energética-- se han sumado las derivadas de la burbuja inmobiliaria y de una economía dependiente de la construcción y de los servicios. La resultante es una bolsa de trabajadores con poca calificación que no pueden incorporarse a nuevos sectores de la economía más complejos sin una adaptación de sus conocimientos.

Es momento de replantearse una reforma profunda de la formación profesional y del sistema educativo que genere una calificación en el empleo capaz de impulsar un modelo económico en el que la tecnología sea un valor añadido para una economía competitiva en el mercado global.

Es cierto que las grandes reformas de un sistema económico se harían con mejores condiciones en un ciclo alto de la economía. Pero también que en época de bonanza se aplazan los esfuerzos en esa dirección porque no existe la presión para hacerlo que convoca una época de dificultades. A la fuerza ahorcan. Durante todos estos años de crecimiento se predijo la explosión de la burbuja inmobiliaria y se hicieron sesudos análisis sobre la precariedad y vulnerabilidad de nuestro sistema económico.

Ahora, en mitad de las dificultades es cuando se puede hacer de la necesidad virtud y aprovechar para hacer una gran reforma de nuestro sistema de formación profesional y de educación que canalice las energías productivas hacia un nuevo modelo económico.

*Periodista.