La irresponsabilidad del Movimiento 5 Estrellas y de La Liga, en particular de su líder, Matteo Salvini, ha puesto a Italia en una situación inaudita en la que el presidente de la República, Sergio Mattarella, ejerciendo plenamente sus funciones de garante de la Constitución, ha rechazado sus imposiciones, dañinas para la economía del país por su neta carga anti-UE, y ha encargado la formación de Gobierno a un técnico, Carlo Cottarelli. Esta solución aboca a unas elecciones, posiblemente después del verano. Paradójicamente, el resultado de unos nuevos comicios puede dar una victoria mayor a los partidos populistas, que es a lo que el liguista Salvini aspiraba con su irreductibilidad a renunciar al nombramiento como ministro de Economía de un defensor de la salida del euro. Italia es el país con una mayor deuda pública de la UE. La campaña electoral ya se ha desatado con una demagogia descarada a cuyo punto de mira habitual --las élites y Europa-- se ha añadido al presidente de la República, todo ello con el apoyo de la flor y nata ultra como Marine le Pen, Nigel Farage y Steve Bannon, que no han dudado en calificar de golpe de Estado la decisión de Mattarella. Dependerá de la izquierda, en particular de un PD ahora mismo desnortado y quebrado, y de lo que queda del centro más sensato que el resultado de unos próximos comicios no sea la entrega total de Italia al populismo y a la xenofobia más descarados. Sería catastrófico no solo para Italia.