Cada vez que un futbolista es acusado de defraudar a Hacienda, el presidente del club tiene que hacer el papelón y defender su inmaculada inocencia. Ocurrió con Messi y ocurre ahora con Cristiano, que amenaza con abandonar el Real Madrid porque, dice, se le trata como a un delincuente.

Las declaraciones de Florentino me han parecido acertadas. Desde un punto de vista institucional, poco más podría decirse sin caer en el ridículo.

¿O acaso un jugador de la casa puede engañar a Hacienda y quienes pagamos su ficha, no? ¿Por qué debe posicionarse el presidente en un tema personal que no es de su incumbencia? Si Cristiano ha cometido algún delito fiscal --o despiste fiscal, por ponernos navideños--, ha de ser él y nadie más quien rinda cuentas ante la Justicia.

Cristiano le ha dado mucho al Real Madrid y el Real Madrid le ha dado mucho a Cristiano. Ha sabido corregir algunos de sus caprichos y hacer de él uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos. Le ha perdonado sus meteduras de pata verbales y ha puesto la infraestructura del club a su disposición para que brille como el gran jugador que es.

Cristiano Ronaldo es un ejemplo a seguir. Es un gran tipo, es solidario y ofrece la mejor imagen del Real Madrid, por mucho que lo nieguen algunos tristes. Pero de ahí a malcriarlo... Un gran club como el Real Madrid no puede comportarse como una institutriz consentidora. Debe cuidar a sus jugadores, pero siempre desde el respeto a los socios y espectadores que hacen rentable el club. Y defender a capa y espada a un jugador que ha contraído una deuda con Hacienda es faltarle el respeto al ciudadano medio que paga todos sus impuestos.

Si Cristiano se quiere ir porque el club no le da la teta, que se vaya. El fútbol es mucho más que un deporte. El Real Madrid debe distinguirse no solo por sus títulos, sino también por esos valores de los que suele alardear.