Catedráticode la Uex

Todo el mundo tiene derecho a criticar a las instituciones: a la universidad, a la Iglesia, al poder político; todo el mundo tiene derecho porque se trata de instituciones públicas, y lo público es patrimonio de todos; patrimonio que puede ser querido y patrimonio que puede ser despreciado y criticado. Pero, cuando hay crítica, se nota enseguida si ésta tiene su origen, no en un deseo sano de mejorar ese patrimonio público, sino en un cierto resentimiento. Es lo que sucede con un artículo de Martínez Mediero aparecido en este diario recientemente, en el que arremete cruelmente contra la Universidad de Extremadura sin ningún tipo de argumento.

Se nota, en primer lugar, porque la crítica no es elegante, sino sucia; y suciedad es compañera de sentimientos poco elevados. Los poetas y comediógrafos clásicos ya hicieron crítica de las instituciones; pero lo hicieron con elegancia, gracia y profundidad. Y es que lo bueno es hacer la crítica con elegancia. Si se critica y se hace con ejemplos soeces, como el de decir que los candidatos a rector deben mear en Cánovas, en Cáceres, o en Sinforiano Madroñero, en Badajoz, para ver cuál de ellos mea más largo, la verdad es que la cosa resulta un poco torpe y sucia; nos podrá decir el autor que no, que es pueril --"una niñería", dice--, porque es lo que hacíamos cuando niños; lo que pasa es que la universidad no es un juego de niños. Demuestra el autor un desprecio sucio hacia la universidad, desprecio que ésta, creo, no se merece. Y demuestra un desprecio hacia la inteligencia de los candidatos a rector, a los que, de acuerdo con la prueba propuesta por el crítico, más les vale tener la próstata pequeña que tener el cerebro grande y lúcido. Menos mal que no se anuncia la candidatura de ninguna señora.

Se nota también ese resentimiento cuando la crítica llega al desprecio no justificado y a descalificaciones previas sin justificación. Cuando se dice que "la universidad extremeña es una institución rara, uraña, onanista, distante, ambigua, extraña, con un terrible complejo de inferioridad, que da una gran sensación de impotencia de logia en almoneda permanente, con cierta tendencia desde sus inicios a ir a misa de patronas de los ejércitos y a la del santo patrón de España" se están haciendo descalificaciones previas y se insinúan comparaciones tópicas con otros tiempos sin ningún tipo de demostración; son descalificaciones no demostradas que ponen en evidencia un desprecio apriorístico inaceptable en quien se considera un crítico, ya que el crítico debe demostrar y justificar sus calificaciones, y no hacer juicios de valor. Se nota el resentimiento cuando el crítico termina diciendo que, por muy mal que vaya la universidad, no se va terminar el mundo ni nos vamos a suicidar; más desprecio todavía; y es que añade que no es él el preocupado por la universidad sino "ciertas personas que no quieren dar ahora su luz". El crítico no dice que esté preocupado por la universidad; lo que hace es ponerla "de chupa de dómine" --que bien viene al caso la comparación-- y decir al final, recurriendo al viejo tópico periodístico de "las fuentes bien informadas" --en este caso se trata de personas que no quieren que se sepan sus nombres-- que la gente está preocupada. El no; él no se va a suicidar, porque la universidad vaya mal.

Yo creo que la Universidad de Extremadura, como institución pública, merece ser criticada; merece que se saquen al público sus defectos; merece que se la inste a ser cada día mejor; pero también merece respeto, y no el desprecio tan resentido que se puede leer en el artículo citado.