XPxocos resultados electorales como los gallegos para ilustrar con tanta cruel y sutil ironía la miseria y la grandeza de la política, cuando es democrática y funciona al dictado de lo que vota el pueblo soberano. Superada esta semana de pasión, espectáculo y guerra de propaganda que nos aguarda hasta el recuento del disputado voto emigrante, y una vez confirmado el fracaso de la reducida posibilidad de que la fe de Fraga en el censo de residentes ausentes venza a la lógica matemática, descubriremos sorprendidos que quien hoy es declarado ganador pasa a perdedor, o todo lo contrario. Que lo que hoy está al derecho, pasa a estar al revés y cuanto estaba atado y bien atado se desata. O no, que diría mi amigo Rajoy .

Hoy es ganador Fraga. Otro tanto el propio Mariano, su salvador en la última semana de campaña. Pero el próximo lunes, si los populares no suman su escaño 38, el panorama que se abre para ambos luce todo menos halagüeño. Rajoy acumulará su cuarta derrota por los pelos en una fuerza política embarcada hasta las cejas en una estrategia centrada en asegurar un único fin: ganar como sea y cuanto antes porque, según ellos, les quitaron el 14-M.

En el caso de los populares galaicos, esa Guerra de las Galaxias en que ha devenido la sucesión de Fraga tras 16 años de batallas y escaramuzas afrontará su episodio final. Pero con un guión muy diferente al previsto. La batalla por la sucesión se librará entre los de la boina, crecidos tras ganar con contundencia en Lugo y Ourense, y los del birrete...Un birrete tocado tras perder el escaño decisivo. Para más ironía, en la provincia de Rajoy y su tapado, el vicepresidente en funciones Alberto Núñez Feijoo . Esta vez, si se confirma que no alcanzan la mayoría, la guerra incivil de siempre atravesará a la organización y al grupo parlamentario que van a tener que aprender a convivir en las penurias de la oposición, no en la abundancia, el silencio y el conformismo que suele provocar tener el Gobierno. Si el Partido Popular de Galicia era hasta ayer dinamita, ahora es pura nitroglicerina.

Hoy es ganador Touriño . Seguirá siéndolo la próxima semana si los números no se descuadran. Aunque para entonces habrá una leve diferencia, que ya se ha empezado a entrever pasadas 24 horas. La derecha española tiene una nueva bicha que mentar: el bipartito gallego. Tiene también un nuevo demonio para sus exorcismos constitucionales: el BNG.

La negociación que tendrá que abrirse para cerrar un pacto de gobierno mínimamente sólido con otra fuerza nacionalista promete ser toda una aventura para un partido socialista al borde del ataque de nervios en Cataluña y en el País Vasco. Puede ser un vía crucis mediático y un vía crucis organizativo aderezado por personajes de la talla de Bono o Ibarra y su afición a ir echando pegamento a la España que va desuniendo Zapatero con sus desviaciones pronacionalistas. Si a este factor le suman las tentaciones secesionistas de la boina popular, ya tienen un escenario de tensión dinámica que se asume con alegría la noche electoral, pero que se atraganta cuando llega la factura a la mañana siguiente.

Hoy es perdedor Anxo Quintana , el líder del BNG. Su excepcional campaña había elevado las expectativas de una organización que, al inicio de la misma, habría firmado con gusto los resultados actuales. En un escenario de socialismo ascendente, con los populares peleando casa por casa su mayoría y tras la crisis interna provocada por su histórico líder, Xosé Manuel Beiras , fijar el suelo nacionalista en el 20% del voto era, efectivamente, un éxito. Hoy es una amarga derrota.

Pero si el próximo lunes el nacionalismo gallego entra por primera vez en su historia a gobernar Galicia, Quintana pasará a ingresar la nómina de ganadores. El aparente empeño del PP por lanzarlo al estrellato a fuerza de convertirle en otro peligroso radical separatista hará el resto. El nacionalismo gallego se enfrenta a la mayor y mejor oportunidad que ha tenido nunca para consolidar su espacio político y su base electoral y madurar como una opción real de gobierno.

Lo mejor del resultado electoral de Galicia no reside tanto en la interpretación partidaria que pueda manejar cada uno, que es cuestión de gustos. Lo mejor de estos resultados pasa porque, tras la noche de ayer, una comunidad lateral y lateralizada, siempre condenada al papel de comparsa en la política estatal, avanza ahora empujadoapor fuerzas convergentes al centro mismo de la política española.

La urgencia del PP por provocar una crisis, la que sea, que le suministre la ansiada oportunidad de revancha electoral, la conveniencia del PSOE por apuntarse otra conquista a su campaña por la España plural y la necesidad nacionalista de aprovechar esta oportunidad de supervivencia, abren para Galicia la oportunidad tanto tiempo buscada de manejarse y operar en la política estatal al nivel y el peso que le atribuye la Constitución: como nacionalidad histórica. Por utilizar el símil futbolístico que estos días hace furor en Galicia, como el Celta, el país del Celta y el Súperdepor, de Arsenio y Fran , de Milladoiro y Carlos Núñez , de Zara y Pescanova, de Siniestro Total y Golpes Bajos, de Roberto Verino y Adolfo Domínguez , de Luis Tosar o Manuel Rivas , regresa a la primera división de la política española. Iba siendo hora. El futuro de la política gallega se presenta rico y lleno de oportunidades. Y a los gallegos, igual que a Woody Allen , lo que nos interesa es el futuro, porque es donde vamos a pasar el resto de nuestras vidas.

*Profesor de Ciencias Políticasde la Universidad de Santiago