Escritora

Contrataron un crucero con escalas y apenas hubo ninguna. Los viajeros del Azur, de la empresa Festival Cruceros, han pasado más de tres días sin pisar tierra, navegando por el Mediterráneo con la sensación de permanecer secuestrados. Una vez más los despropósitos perpetrados contra simples turistas que compran confiadamente unas vacaciones organizadas, hacen que volvamos a plantearnos cuán difuminados están actualmente los límites entre aventura y caos, o entre negocio y estafa.

Una vez más se pone de manifiesto que los organismos legales para la protección y defensa del consumidor no son suficientes o, tal vez, que las penas impuestas a los empresarios por incumplimiento y abuso resultan del todo irrisorias o arbitrarias.