TMtayo es mes de cruces y crucificados. Empiezas a hacer la declaración de la renta y allí te espera la cruz: la Iglesia o la ONG. Y de inmediato repentizas la situación: te gustan las catedrales, los monasterios y los monumentos religiosos, pero sabes que la Iglesia y obtiene, para mantenimiento y restauración de los mismos, ayudas del Patrimonio Nacional; que el presupuesto general establece partidas para pagar la nómina de curas y prelados y que por la vía de los colegios religiosos concertados la entrada de dinero en las arcas eclesiásticas es generosa y magnánima.

De las ONG conoces muchas cosas: su postura contra la violación de los derechos humanos, no les aparta, con frecuencia, de apoyar a los gobiernos más transgresores; la promoción descarada de sus dirigentes, el despilfarro de las subvenciones en nóminas de personal, dietas y viajes ni necesarios ni justificados; las larvas del totalitarismo que crecen al calor de algunas de ellas y el desaforado objetivo de conseguir poder y dinero, lejos de los valores de la solidaridad y la justicia social.

Así las cosas, sin verónica que le seque el sudor ni divinidad que le ayude a apurar ese cáliz, es el contribuyente, al final, quien lleva la cruz y quien es crucificado. ¡Toda una pasión del mes de las cruces!

*Licenciado en Filología