Portavoz del PP en

Medio Ambiente

Los desastrosos incendios forestales del pasado verano, que han arrasado más de 45.000 hectáreas, ocasionando graves daños en el medio ambiente, han aflorado la evidencia de unas políticas erróneas, basadas más en la extinción que en la prevención. El concepto popular de que los incendios forestales se apagan en invierno , apunta claramente a la necesidad de la prevención, realizando en nuestros montes los tratamientos silvícolas necesarios, cortafuegos, limpieza de monte bajo y cunetas, con la localización adecuada de puntos de agua, mucho antes de que el fuego llegue. Estas medidas básicas, contempladas y reguladas en el Plan de Lucha contra Incendios de Extremadura, plan Infoex, sirven de poco sobre un papel si después los responsables, léase Junta de Extremadura, además de no aplicarlas las prohíbe y las sanciona. La inversión en la gestión forestal ha sido mínima, primando torpemente, hasta el sarcasmo, el celo conservacionista.

En no pocas ocasiones hemos propuesto intervenir más en la prevención de los incendios, pero la Junta ha rechazado sistemáticamente cualquier iniciativa nuestra, considerando que el operativo actual de prevención es suficiente. A veces incluso ha argumentado, como razón fundamental, que "invertir más es malgastar fondos públicos y que la opinión pública puede escandalizarse"; pero frente a este pudor, no muestran luego ningún reparo en gastarse más de cuatro millones de pesetas mensuales en atenciones protocolarias , pagar a los bancos 22 millones diarios o destinar a publicidad y propaganda casi diez millones diarios.

En otras comunidades las medidas que realizan los particulares en sus propiedades, encaminadas a prevenir incendios, están subvencionadas, porque consideran que no es equitativo que sobre los particulares recaiga el gasto dirigido a evitar los incendios forestales, ya que al fin están contribuyendo a un bien general, como es la conservación del medio ambiente. ¿Que qué hace la Junta? Antes de la tragedia, nada, y después de la tragedia, echar balones fuera culpando a los demás. Ya se sabe, la Junta nunca tiene culpa de nada.

Que aún no se hayan adoptados medidas encaminadas a conceder ayudas directas es responsabilidad de la Junta, por no tenerlo previsto en el Plan Operativo Integral de Extremadura. Todavía están a tiempo de incluir las medidas, modificando el plan, pero no lo harán porque la ceguera política los tiene anclados en el mantenella y no enmendalla .

Ha tenido que ser el Gobierno central el que planifique una serie de medidas, tendentes a paliar la improvisación e incapacidad de la Junta, siendo Extremadura la única comunidad que recibe unas medidas de esta naturaleza. Ha destinado 24 millones de euros para los afectados, créditos blandos y ayudas especiales para el olivar, la apicultura, para reparar viviendas y enseres, adelantando los anticipos a las primas ganaderas y estableciendo medidas fiscales para paliar la cerrazón de la Junta. Pero al final los culpables acabarán culpando al que intenta remediar sus imprevisiones y torpezas.

Mientras tanto, Rodríguez Ibarra se dedica a pontificar por Europa y España a costa de Extremadura, metiéndose permanentemente en aguas ajenas, sin reparar en que "cuando un monte se quema, algo suyo se quema, señor Ibarra".