El PSOE de Vara tiene una encuesta. Fue encargada en clave interna y de ella nadie habla públicamente, aunque en corrillos políticos lo hace todo el mundo. La misma, elaborada en el mes de diciembre pasado, arroja que el PSOE se mantiene en escaños en Extremadura (actualmente tiene 30), el PP baja de 4 a 6 diputados (ahora tiene 28), Podemos se queda en la mitad (cuenta con 6 hoy día) y Ciudadanos se eleva como un cohete y pasa de un único diputado que tiene en la actualidad a 7 u 8. Conclusión: que los naranjas roban electores a derecha e izquierda y el trasvase de votos del PSOE a Podemos parece haber terminado y están ya algunos de regreso. Aunque la consulta demoscópica sea interesada y tenga cocina interna para favorecer a quien paga, no refleja nada estrambótico si se tiene en cuenta que la cuatricromía de colores en la que parece haberse dividido el arco parlamentario español tiene extrapolación a nivel autonómico y que en Extremadura la suma del PSOE y el PP sigue siendo todavía superior al 70% de los votos.

En el PP no se creen que la diferencia sea tanta. En público dicen que el margen con el PSOE es de dos escaños y su objetivo de aquí a las elecciones de junio del 2019 es rebasarles por un voto y luego entenderse con Ciudadanos. Siguen haciendo trabajo de campo, extendiendo su estructura por los ámbitos rurales y captando militancia, la cual ya supera los 30.000 afiliados en la región. Los populares siempre han sido más de núcleos urbanos, pero desde 2011 saben que para ganar unas elecciones autonómicas deben contar con candidaturas rurales solventes que arrastren el voto regional. No en vano, las estadísticas cantan y dicen que 9 de cada 10 votantes unifican el voto y eligen el mismo partido para su ayuntamiento y la Asamblea. Aún así soportan el peso de Ciudadanos, la fuga de algunos pesos pesados de antaño al joven partido de Rivera y una marca, la del PP y la del propio Mariano Rajoy, en franco retroceso. Los casos de corrupción, Bárcenas y Correa cantando por soleares, no les han beneficiado precisamente y aunque la mejora de la economía y el paro en España son hechos constatables, la inacción del gobierno les pasa factura a un partido en Extremadura que ya no es novedad, gobernó hace solo 2 años y medio.

El PSOE cuenta con la ventaja de estar en el gobierno y eso siempre es mejor punto de partida para unas elecciones. Después de un arranque de legislatura enfocada a políticas sociales, ahora dedicarán buena parte de su acción de gobierno a las clases medias y sus reivindicaciones donde saben que radican miles de votos. Su base de militancia en el ámbito rural es inferior a la del PP, pero su asentamiento territorial de poder resulta mucho mayor. Si algo aprendieron en 2011 es que no pueden dormirse y despertarse el día de las elecciones con el trasero en la oposición. En este sentido, la maquinaria socialista ya se ha puesto en marcha y de ahí la campaña ‘Contigo’ con más de 300 actos en diferentes localidades, de la que Vara ha dicho que va a ser la «más grande movilización que ningún partido haya hecho nunca» en la región.

En el caso de los socialistas, su líder nacional, que venció a Susanismo y se alzó como un dirigente aupado por la militancia, no ha sabido mantener el filón y, aunque ha rebajado ostensiblemente su distancia con respecto al PP, no aporta nada a nivel autonómico, entre otras cosas porque Extremadura no se decantó precisamente por él en el proceso de primarias. Su aportación más que ayudar, restará, aunque aún muchos guardan esperanza de que despierte en los próximos meses y atine con el tono que le permita competir electoralmente.

Podemos no tiene casi estructura territorial. La formación morada surgió en Extremadura del tirón nacional y en toda la legislatura apenas se ha movido a nivel autonómico sumando militancia. De un tiempo a esta parte, trata de apoyarse en las antiguas agrupaciones locales de Izquierda Unida, pero difícil lo tiene desde el momento en que su líder nacional, Pablo Iglesias, parece haber caído en desgracia o en depresión desde las elecciones catalanas.

En Ciudadanos la cosa es distinta. Sí se parecen a Podemos en que vive a nivel autonómico de la marca naranja y de los líderes nacionales, con Albert Rivera e Inés Arrimadas en horas altas. Sin embargo, en esta legislatura sí se han preocupado, además, del ámbito territorial y han ‘fichado’ candidatos en todos los municipios donde han podido. Su estructura local es muy escasa, pero saben que la ola positiva que llega de Madrid capta militancia y gente dispuesta a colaborar. Son conscientes del papel asignado, ser llave o bisagra de futuros gobiernos, y en este sentido van a jugar la partida allá donde les dejen.