Candidata del PSOE a la Alcaldía de Cáceres

En la recta final hacia las elecciones coinciden muchos en decir que el debate político corre el riesgo de convertirse en un mero juego de artificio. El mundo de la imagen trae consigo una cierta laxitud a la hora de expresar y leer las opiniones más densas y profundas de modo que los conejos de la chistera (como el de Aznar concejal de Bilbao) consiguen hacer desaparecer los planteamientos de los dirigentes nacionales en política internacional o medidas cercanas tocantes al bolsillo donde los errores son manifiestos.

Lo mismo ocurre con nuestros gobernantes locales más próximos. Cuando se siguen de cerca sus deberes diarios tiene uno la sensación de asistir a un trabajo que atiende mucho más a la imagen de los ediles que a propias y efectivas propuestas para la ciudadanía. Muchas de las ruedas de prensa se convierten así en la presentación de cuestiones obvias para un mandatario pues se supone que se le paga para que todo eso tan importante que anuncia se realice sin mayores alharacas como parte de su cometido público.

Debe el ayuntamiento cuidarse de las calles, del tráfico y de la seguridad de sus vecinos, y ensalzarlo resulta redundante para propios y ajenos, sobre todo porque muchas veces las molestias llegan sin avisar y a trasmano, como también parece excesivo anunciar una y mil veces la renovación de los servicios sociales convenidos con diferentes organizaciones a través de su Instituto Municipal de Bienestar Social, organismo creado con presupuesto abundante para ello.

Mientras, hay toda una serie de cuestiones aparcadas en la penumbra, que no se tratan o se hacen con nocturnidad, promesas incumplidas para muchos contribuyentes que se fiaron de la palabra del edil de turno y que hoy saben que aquélla es humo que se escapa.

Pues es la ciudad un auténtico escenario para las relaciones y por ello una pieza clave en la concordia y bien vivir de sus habitantes, debiera el ayuntamiento poner en valor un metabolismo urbano que prime la rehabilitación, la ecoeficiencia y la calidad del espacio público, hoy claramente degradado.

Un ayuntamiento que se tenga por eficaz debe, a mi entender, fijarse en tres sectores fundamentales: la construcción y mantenimiento de edificios, la movilidad urbana y los hábitos de consumo.

Para el primero, por ser uno de los principales consumidores de suelo, materiales, agua y energía, debiera buscarse una buena normativa urbanística junto a acuerdos sociales con empresarios y organizaciones de consumidores. En el segundo han de reorganizarse a fondo la intermodalidad y el transporte público multiplicando y manteniendo el espacio arbolado. En el tercero debe la administración favorecer el juego de los actores y las buenas prácticas, facilitando información sobre estilos de vida y consumo saludables.

Como para casi todo se necesita liderazgo definido, análisis lúcidos de la situación actual y unos indicadores precisos para la evaluación del proceso.