Que un plato hondo se utilice para tomar sopas sumergiendo en él una cuchara, y un plato llano sea el idóneo para trocear un filete con un cuchillo y un tenedor, es razonable, porque es lo funcional en ambos casos. Que trinchemos un muslo de pollo y ensartemos sus pedazos con un tenedor para llevárnoslos a la boca, en vez de hacerlo con las manos, es lo conveniente, porque no nos manchamos los dedos. Además, es más higiénico y estético. Eso sí, también es más higiénico pelar un langostino o una manzana con chuchillo y tenedor, y sin embargo tú no lo haces, porque una vez destrozaste cinco manzanas y diez langostinos, y aun así, no fuiste capaz de aprender.

Sin embargo no entiendes por qué debes colocarte la servilleta sobre las piernas bajo la mesa cuando comes, si te resulta más cómodo tenerla dobladita sobre la mesa. Y encima corres el riesgo de que se caiga al suelo o te manche los pantalones con algún resto de comida que haya arrastrado de tus labios. Pero el protocolo es lo que dicta, y en comidas de postín hay que cumplirlo.

Con los cubiertos también existe su protocolo. El tenedor para carnes es ligeramente mayor que el que se utiliza para el pescado; el cuchillo para el pescado puede tener distintas formas, igual que el que se usa para cortar la carne. Y no debes olvidar que van colocados alineados junto al plato, de manera que los más alejados son los que antes se utilizan.

Recuerdas el mal rato que pasó a un amigo tuyo que por avatares de la vida fue invitado a una boda aristocrática de mucha pompa y boato. Cuando se sentó a la mesa del banquete, ocupada por otros once invitados desconocidos para él, se encontró delante una cubertería, vajilla y cristalería que apenas dejaban espacio vacío en la mesa.

Un ligero sopor le recorrió todo el cuerpo al ver tanta cuchara, cuchillo y tenedor,y pensar en el ridículo que iba a hacer si se confundía de cubierto. Pero recordó aquella frase: ‘Donde fueres haz lo que vieres’. Así que miró de soslayo, con mucho disimulo, a su izquierda y derecha cuando sirvieron el primer plato. Pero para su mal, notó que sus vecinos de mesa también se miraban de soslayo unos a otros.