A perro flaco todo se le vuelven pulgas. Máxime, en las rectas finales de una campaña electoral. Y aún más, en el clima crispado que desde hace dos años se ha instalado en la política española. Véase, si no, lo ocurrido con Miguel Sebastián , a quien, desde luego, no podemos augurarle mucho éxito en su carrera hacia el sillón municipal madrileño. La operación Sebastián para alcalde estuvo mal diseñada desde el comienzo por el mismísimo Zapatero , que colocó al candidato equivocado contra el criterio de los socialistas madrileños y que, antes, había alentado, bajo la batuta de Sebastián, una macrooficina de planificación económica que crecía y crecía, sin control, en La Moncloa. Paralelamente, todo apuntaba a un rebrote de la beautiful people , que ya lastró la etapa de Felipe González , y había muchos interesados en apuntar el nombre del entonces director de la asesoría económica monclovita, y hoy aspirante a regidor del ayuntamiento de la capital, como la figura más emblemática del naciente club, junto con el ministro consorte y vicepresidente de la Comisión del Mercado de Valores, Carlos Arenillas .

Sebastián planteó el jueves pasado, en el ya famosísimo debate con Ruiz Gallardón , algo que, en mi opinión, necesariamente había que plantear: las relaciones colaterales con la trama Malaya , en su versión de la recalificación y rehabilitación de dos edificios históricos en Madrid para convertirlos en hoteles de lujo, donde intermedió la abogada Montserrat Corulla , testaferro de Roca en esa operación. Hubiese sido impensable que, en un debate de esas características, la cuestión se hubiese obviado. De la misma manera que no se podían obviar los presuntamente oscuros pasos de Sebastián, cuando era superasesor económico en Moncloa, en los intentos de desbancar a Francisco González , exjefe de Sebastián, de la presidencia del BBVA.

Lo que hizo mal el candidato socialista en el debate televisivo que ha centrado toda la campaña fue mezclar cuestiones privadas y públicas. Lo triste es que los dos candidatos nada menos que a la alcaldía de Madrid tenga que andar en estas: amenazándose veladamente con airear cosas que contendrían presuntas irregularidades.

Y total, para nada. Porque aquí, a tenor de lo que dicen las encuestas, hay muy poco en juego.