TLta tesis oficiosa es que Pedro Solbes equivocó el diagnostico: esperaba un aterrizaje suave en una crisis económica más superficial y se ha encontrado entre las fauces del lobo. Esa sería la explicación piadosa del retraso con que José Luis Rodríguez Zapatero ha oficializado las "graves dificultades" de la economía española en una comparecencia solemne en el Consejo Económico y Social (CES) para presentar el informe económico del presidente. En realidad, más que un informe económico ha sido la exposición de algunas medidas económicas para demostrar por la vía de las respuestas que se ha reconocido el problema.

El Gobierno se ha equivocado en el tratamiento de la crisis porque negar su existencia para después anunciar medidas para combatirla, convoca la desconfianza de los ciudadanos frente a unos gobernantes que realizan semejantes piruetas.

Ahora se ha instalado la convicción de que la cosa es tan grave que quieres simular que no existen problemas. En parte, ese efecto se ha podido paliar con la comparecencia del presidente pero persiste el síndrome de la mentira electoral: nos negaron que había crisis, y ahora se toman medidas para ella. Combatieron al PP, acusándolo de xenófobo, y ahora apoyan medidas extremadamente duras en la Unión Europea contra la inmigración irregular e incluso amenazan con prohibir la reunificación familiar de los padres jubilados de los inmigrantes legales. Un cambio brusco en poco tiempo.

La legislatura está comenzando complicada para José Luis Rodríguez Zapatero porque la política real está convirtiendo en hielo la sonrisa del presidente que por primera vez se ve impelido a dar malas noticias a los ciudadanos. Ayer Pedro Solbes terminó de pintar un cuadro del cuatro por ciento de inflación y aumento considerable del paro. Eso sí, el vicepresidente del Gobierno animó a los españoles a mantener su consumo y a marcharse de vacaciones.