Los Grados de Maestro en Infantil y Primaria en nuestra Universidad incluyen, por primera vez, una materia obligatoria que trata sobre las relaciones de género. No es una apuesta gratuita, sino la expresión de una necesidad que debería considerarse también en la formación inicial de otras titulaciones con una importante influencia social. Ninguna sociedad que se precie de ser civilizada y democrática puede permitir que uno de sus principales problemas sea la violencia contra las mujeres. Por eso, frente a los planteamientos habituales centrados en el análisis de las consecuencias, sin duda, la principal intervención tiene que ver con la prevención, con la anticipación a las conductas violentas, que se garantiza a través de una correcta educación igualitaria entre hombres y mujeres.

De ahí que debamos plantear el problema tal y como es, sin utilizar recursos del lenguaje que quedan bien desde un punto de vista mediático, pero que no dejan de tener un claro sesgo sexista. Hablamos de una violencia que se ejerce contra las mujeres. Hablar de violencia de género es un eufemismo que suaviza la responsabilidad del grupo dominante y agresor, y que, al final, feminiza el concepto de género como un término que expresa, básicamente, asuntos de mujeres , convirtiendo la violencia de género, desde un punto de vista social, en un problema de las mujeres, cuando realmente el problema radica en las relaciones que establecen los hombres con las mujeres.

Es un hecho que la violencia se aprende, por eso, antes que tener que hacer que se desaprenda , debemos intentar conseguir que no se aprenda , a través de una educación, en el más amplio sentido del término, realmente igualitaria que inculque valores de tolerancia, respeto e igualdad, ya que los modelos familiares y los roles de género transmitidos en la educación Primaria, tienen mucha más influencia que la educación recibida posteriormente. Para neutralizar las conductas violentas de los hombres hacia las mujeres es necesario acabar con los estereotipos vinculados al hombre como agente dominador, como referente de una autoridad que le da derecho a controlar la vida de cualquier mujer, y que se basa en la minusvaloración de la mujer por el hecho de serlo. De esta forma, la prevención es, sin duda, una cuestión de educación que nos compete a todas y a todos, ante la que no cabe las actitudes que ignoran el problema o que, peor aún, tratan de esconderlo.

*Decano de la Facultadde Formación del Profesorado.