De la época navideña se espera, como mínimo, que sea tiempo de fe y de confianza en los hombres de buena voluntad. Pero no es éste el espíritu que destilan algunos artículos de la prensa del pasado martes.

Así, mientras que la ministra Ana Palacio se esfuerza, en una entrevista de El Mundo, en destacar el valor del ofrecimiento de Mohamed VI para que los gallegos calen en aguas marroquís --"ha cambiado clarísimamente la actitud de Marruecos y lo de Perejil será un mal recuerdo", dice-- Lorenzo Contreras muestra, en La Razón, no estar tan seguro. "La generosidad marroquí empieza por tener un aire más compasivo que amistoso (...). Lo sensato sería decirle a Rabat que gracias y que otra vez será (...). La amistad (...) hay que demostrarla con o sin chapapote", advierte.

Lo mismo pasa en Abc. A la pregunta que se le hace a Angel Acebes, en una entrevista, de si "cabe sospechar que Ibon Fernández Iradi (el etarra huido en Francia) recibiera ayuda desde dentro de la comisaría", el ministro responde, tajante: "No valen especulaciones".

En ese mismo diario, no obstante, Jaime Capmany parece no tenerlo muy claro. O quizá demasiado. "Una de dos: o ha salido del brazo de un guardián o se ha evaporado y convertido en éter. A veces, el dinero puede venir asistido del miedo: la vida y la pasta o el tiro en la nuca y la paz del sepulcro. Los gendarmes han sido suspendidos y están ahora sujetos a una investigación interna. Eso indica que tampoco las autoridades francesas creen en la evaporación del cuerpo humano". La fe escasea.