Los que no crean en el proceso, advierte el lendakari Ibarretxe , "lo mejor que pueden hacer es apartarse". Con ese desparpajo, el lendakari se permite suspender un principio democrático fundamental, el respeto de las minorías. Unas minorías cada vez más desplazadas por las mayorías que se van consiguiendo en mesas y encuentros clandestinos, donde las fuerzas políticas pactan y adquieren compromisos al margen del Parlamento vasco, elegido democráticamente, de las Cortes españolas y del Estado democrático de derecho. Pactos y compromisos que eluden la ley de partidos, la actuación de los jueces, la lealtad a la Constitución de 1978 y, en definitiva, el imperio de la ley. Un proceso que se sale de las instituciones democráticas vascas y españolas y pasa a la agenda mundial , en palabras del lendakari. Y ya internacionalizado , entran en escena esas personalidades de prestigio internacional que tan gustosamente se ofrecen como voluntarios para aplicar una mediación equidistante. Con internacionalización o sin ella, cuando la ley no impera y se suspenden principios democráticos, se van achicando los espacios de participación democrática ciudadana.

Ralf Dahrendorf considera problemático el sentimiento de pertenencia a una región, que puede ser muy virulento, lo que denomina "el fenómeno Bossi", por el líder de los regionalistas del norte de Italia (En busca de un nuevo orden , Paidos, 2005). Manifiesta sin contemplaciones que "una Eslovaquia independiente, un Quebec independiente o un País Vasco independiente no significan más libertad, sino más poder en manos de demagogos y potentados regionales (...). Estas reivindicaciones no son la expresión de unos derechos históricos, sino el reflejo de pretensiones de poder sumamente modernas. Esta idea de autodeterminación logra movilizar a los resentidos con la modernidad. Y aunque promete devolverlos a la idílica situación de tiempos pasados, en realidad somete a nuevas formas de dependencia" (pag. 43). Identifica las causas de irlandeses, vascos y corsos con la búsqueda de la homogeneidad del grupo, una "limpieza étnica, que puede servirse de medios más o menos sangrientos, pero siempre dolorosos" (pags. 44 y 45). Dicho con crudeza, "el nuevo regionalismo, que suele defenderse con pasión y no pocas veces con violencia, es siempre antidemocrático. O al menos no es el fruto de la voluntad de autodeterminación democrática, sino el deseo de homogeneidad étnica (lingüística, religiosa)". En consecuencia, si el intento de esa autodeterminación tiene éxito "ya no se habla tanto de democracia; cuando por fin se es escocés o catalán, todo lo demás se considera ya secundario" (pag.123). Los principios de homogeneidad étnica se oponen a los de participación democrática de cada ciudadano en la construcción de su propio destino.

Dahrendorf mete en el mismo saco a vascos y catalanes. Visto de lejos pueden encontrarse más parecidos que si observamos de cerca el día a día. Tampoco son compartimentos estancos. No se puede afirmar que actúen coordinados, pero lo que hacen los unos refuerza más que debilita lo que hacen los otros. Sobre estas consideraciones, es muy revelador el artículo escrito a pie de obra por Máximo Pradera , a propósito de la presentación de recursos de inconstitucionalidad sobre el Estatuto de Cataluña, que finalizaba expresando el temor de "que los debates en torno a las contradicciones entre el principio de legalidad y el principio democrático, basados sobre la peculiaridad de la tramitación estatutaria y la celebración del referéndum, sean el ruido de fondo de las deliberaciones del (Tribunal) constitucional" (El País 1/10/2006). Reconoce que suele existir una solución académica a estas contradicciones, aunque "la colisión práctica de los intereses partidistas y los enfrentamientos territoriales eleva los riesgos de contraposiciones políticas explosivas". Máximo Pradera parece indicar que el debate sobre los principios de legalidad y democracia, suponiendo que puedan entrar en conflicto en un Estado democrático donde impera la ley, se aparta de las circunstancias únicas y excepcionales, partidistas y territoriales, que concurren, por "las singularidades que distinguen al Estatuto de una simple ley orgánica". Si el Estatuto es más que una ley desaparecería el conflicto.

*Economista