Descubro gratamente que el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades ha sido concedido a los sociólogos Alain Touraine y Zygmunt Bauman . Pero después de leer los titulares y los comentarios que el premio suscita, me surge casi inconscientemente una sospecha, una duda, un escalofrío. Cómo es posible que todos los medios se hagan eco de las siguientes palabras del jurado: "creadores de instrumentos conceptuales singularmente valiosos para entender el cambiante y acelerado mundo en el que vivimos". E inmediatamente no se pregunten entonces por qué no se han atendido o considerado sus teorías, pronósticos, planteamientos y propuestas, si tan valiosas son, y sin duda lo son. Y que tampoco se pregunten qué han realizado esos otros "creadores de instrumentos mercantilistas singularmente valiosos para corromper el mundo en el podíamos vivir" (la cita y las comillas son mías), si contaban con tan ilustres referentes teóricos. Pero la respuesta, menuda paradoja, la tiene el propio Touraine: "las únicas instituciones poderosas a nivel mundial, los bancos y sobre todo el Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial del Comercio, tratan de imponer una lógica económica a los Estados y no objetivos sociales o políticos a los actores económicos". Y detrás del escalofrío, encontramos las palabras de Bauman, y que quizá es la propia trampa del premio, refiriéndose a la sociedad de consumo y a la no satisfacción reiterativa de los deseos creados: "Una de las formas que tiene de lograr tal efecto es denigrando y devaluando los productos de consumo poco después de que hayan sido promocionados a bombo y platillo". Aún así, espero que no devaluemos ni permitamos que se denigre aún más el derecho de todos los seres humanos a todos los derechos humanos.