El estreno de la adaptación al cine de la novela ´Los hombres que no amaban a las mujeres´, del sueco Stieg Larsson (cuya protagonista, Noomi Rapace, es hija de un cantaor flamenco de Badajoz de nombre Rogelio Durán) es uno de esos acontecimientos que permiten pensar que cada vez es más frecuente enfrentarnos a fenómenos culturales de escala planetaria. Como en el caso del mago Harry Potter, la novela de Larsson es un ejemplo de la mayor y más extendida cultura de masas, porque la trilogía de Millennium del infortunado Larsson, que murió de un ataque al corazón semanas antes de que explotara su primera novela como fenónemo editorial del que se han vendido 19 millones de libros, está uniendo en su aventura a personas de todos los países, de todos los continentes y de todos los segmentos sociales. Cuando la cultura maneja los grandes números, activa las grandes concentraciones y desaparece el elitismo. Y así, en tiempos de crisis, es especialmente gratificante que las pulsiones de nuestra sociedad se atengan a esta regla: ya que no es posible sustraerse a las estrecheces de los días difíciles, que al menos la cultura nos cure la tendencia al abatimiento.