XExl Gobierno, naturalmente, cataloga como un éxito la Cumbre Iberoamericana de Salamanca, mientras que para la oposición todo es negativo, empezando por el clima de tensión generado por el plantón de Fidel y acabando con el supuesto desbarajuste organizativo con los corresponsales de prensa y sus acreditaciones. Para los periódicos de derechas , la peor de las noticias, y sobre la que cargan el acento, es la sarcásticamente llamada victoria de Cuba, refiriéndose a la condena explícita, recogida en uno de los comunicados de la Cumbre, del embargo económico, comercial y financiero que los EEUU mantienen sobre la isla. El documento que recoge las intenciones de los países participantes tiene buena pinta.

Si nuestra experiencia nos hiciera confiar en su aplicación efectiva podríamos decir que por primera vez comienza a materializarse el sueño iberoamericano, como en su día ocurrió con el sueño europeo.

El esfuerzo de España, y Portugal, es evidente si realmente cumplen su compromiso de doblar su ayuda al desarrollo en tres años, hasta alcanzar el 0,7 del PIB allá por el 2015.

El comunicado emitido por los países de la Cumbre es sencillamente poético, no le falta de nada: Reprocha las desigualdades sociales, denuncia la pobreza, se compromete a mejorar la educación, promete sanidad pública universalizada, y enseñanza primaria gratuita para toda la población.

Luchar contra la desigualdad y la pobreza, eliminar el hambre, canjear deuda por educación, un Convenio Iberoamericano de Seguridad Social, un fondo para la coproducción de contenidos televisivos de calidad, erradicar la violencia contra las mujeres y favorecer su igualdad son frases textuales mencionadas en los documentos elaborados en la cumbre, donde además se reconoce la importancia de promover el uso de los recursos naturales y el desarrollo de las energías renovables, se comprometen a gestionar planificadamente los recursos hídricos y a intentar aplicar el Protocolo de Kioto en sus políticas regionales.

Yo no sé si se cumplirán los compromisos adquiridos en esta cumbre, pero de lo que nadie puede dudar es de que, al menos sobre el papel, se han alcanzado las expectativas del acuerdo.

Inmersos como estamos en un mundo de leyes que casi nadie ha leído, tratados que la mayoría no sabe muy bien qué función tienen; instituciones que pocos saben, a qué se dedican concretamente... Organismos internacionales que, aunque nos suenen , no podríamos decir qué influencia tienen en nuestras vidas, y cuya existencia ni siquiera nos preocupa. Pocos se creen, a estas alturas, que sirva para algo firmar estos pactos. Son demasiados nombres: La FAO, la ONU, el Fondo Monetario Internacional, la Organización de Estados Americanos, el Banco Mundial, UNICEF, UNESCO...

De los avatares de la Cumbre Iberoamericana de Salamanca todo el mundo ha comentado sobre la ausencia de Fidel, y la unanimidad en condenar el bloqueo mantenido por los EEUU a Cuba. El resto de los acuerdos quedan ahí, sin que nadie deposite mucha fe en que lleguen a cumplirse. La gente está desencantada, desconfía de las grandes movidas : mucho ruido y pocas nueces dice un refrán popular. ¿Pero cómo vamos a creer en un papel firmado, mientras el derecho al trabajo, recogido en cualquier Carta Magna, no acabe con las listas de parados?

Y claro, cuando la ONU un buen día se marca entre los objetivos del milenio, erradicar la pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal, promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer, reducir la mortalidad infantil, etcétera, nadie se lo cree, como no acaban de creerse que las 55 naciones firmantes del Protocolo de Kioto se tomen en serio su compromiso de reducir un 5,2 por ciento las emisiones de gases que producen el efecto invernadero. Es difícil confiar en la realización de los grandes proyectos planteados por la humanidad, cuando observamos que en tantos años de historia no hemos logrado acabar con el hambre, con la injusticia, con la discriminación, o con la esclavitud.

Es verdad que este tipo de encuentros suponen tremendos gastos, y que aparte de un cierto valor propagandístico suelen garantizar pocos resultados inmediatos, pero permítanme, en mi ingenuidad, mantener la ilusión, y pensar que, en esta cumbre, se ha avanzado, al menos, en esa unidad iberoamericana, que favorecería la estabilidad económica y política, indispensable para alcanzar el estado de bienestar al que aspiran los países latinoamericanos, y quien sabe, si a inmunizarlos contra la continua intromisión americana. Quiero creer que la recién creada Secretaría General Iberoamericana, llegará a ser un organismo dotado de las suficientes competencias, y el presupuesto necesario, para hacer realidad el sueño de la Comunidad Iberoamericana de Naciones de alcanzar un desarrollo sostenible.

Así se ha escrito el acuerdo, y así me gustaría a mí que fuera en un futuro próximo, pero sólo el tiempo podrá decirnos si realmente la Cumbre Iberoamericana ha sido un éxito o es más papel mojado.

*Profesorade Secundaria