Bajo la aparente imagen de fragilidad, María Teresa Fernández de la Vega (Valencia, 1949) es una mujer de carácter fuerte, pero afable en el trato. Esta doctora en Derecho y autora de una decena de libros sobre jurisprudencia lleva 20 años en política y ha hecho historia al convertirse en la primera mujer que accedió a la vicepresidencia del Gobierno. La primera vez que sustituyó a José Luis Rodríguez Zapatero como presidente reunió a todas las mujeres que trabajan en la Moncloa y se tomaron un vino para celebrar el histórico momento.

En 1974, después de aprobar las oposiciones, obtuvo su primer destino en la Magistratura de Trabajo número uno de Barcelona, donde afianzó, junto a colegas como José María Mena y Carlos Jiménez Villarejo, sus ideales progresistas. Por la mañana vestían la toga y por la tarde conspiraban contra Franco.

A pesar de que se ha ganado a pulso la fama de ser la ministra más trabajadora, admite que pasa nervios como portavoz del Gobierno aunque cree que los periodistas le han enseñado a mantener la serenidad cuando toca responder preguntas incómodas. Sus detractores la responsabilizan de los problemas de comunicación del Ejecutivo. Y entre los que le ayudan a superar los malos ratos está siempre su hermano.

En su agenda casi no hay horas libres y las pocas que le quedan las aprovecha para recuperar tiempo de sueño, estar con sus amigos o escaparse a nadar.