Hace ya un tiempo estuve en Ciudad Real y como me caía de paso me entretuve en visitar la estación del AVE de allí. El aspecto era más bien sombrío y desangelado, muchas dependencias estaban cerradas y algunas me atrevo a pensar que no se habían usado jamás. No había trenes rápidos por allí, pero de repente, un zumbido se apoderó del entorno y se dejó ver sobre los raíles, inmaculadamente blanco e irresoluto, un esbelto ave que voló hasta desaparecer en pocos segundos tan fugaz como había aparecido. Sentí en el poco pelo que me queda la brisa dejada por su rebufo y todo quedó como estaba cinco segundos antes.

No me puedo creer que aquí en Mérida (casi) todo el mundo se quede tan tranquilo viendo la solución que se quiere perpetrar con la estación de alta velocidad: una estación en culo de saco, apartada de la línea principal unos cuatro kilómetros de entrada y otros tantos de salida, en la que imagino que pararán pocos trenes y a la que difícilmente se le podrán unir en el futuro las líneas actuales y que tantos beneficios aportaron a la ciudad cuando se establecieron.

No puedo sino expresar mi incredulidad y mi espanto al ver como aquí a nadie parece importarle que se deje pasar una oportunidad histórica para liberar el centro urbano del corsé de vías que lo asfixian y para crear una moderna estación intermodal (trenes, autobuses de línea, puerto seco-) en un lugar más adecuado.

Y luego las preguntas que no me dejan dormir, ¿la oposición está de acuerdo, los diferentes colectivos ciudadanos están de acuerdo, por qué no se tiene una información clara y detallada de lo que se pretende hacer? En otras ciudades el debate está en la calle, aquí, a toro, digo a AVE pasado nos lamentaremos. Mientras, seguiremos siendo una capital de segunda; una capital sin : sin presencia universitaria, sin alta velocidad, sin-

Javier Gallego Alvarez **

Mérida