El debate sobre el estado de la región, que ha ocupado a la Asamblea de Extremadura durante los dos últimos días y que pone fin al curso político, ha tenido un desarrollo que ha causado una cierta sorpresa: cabía esperar que las dos sesiones del parlamento extremeño habrían de centrarse en el análisis sobre la situación de Extremadura y en la proposición de ideas para mejorarla. Fue lo que ocurrió el pasado año, cuando el presidente de la Junta planteó un detallado programa de inversiones, entre los que destacó un ambicioso plan de infraestructuras con cuatro nuevas autovías autonómicas y la promesa de construir 40.000 viviendas, además de desgranar actuaciones departamento por departamento.

Pero el debate de este año, que es el del ecuador de la legislatura de Guillermo Fernández Vara, ha transitado por otros derroteros: por encima de asuntos concretos, como el de la construcción de 8 nuevos colegios o la proposición del PP de ayudar con 420 euros a los parados a los que se les haya agotado la prestación por desempleo, la discusión en la tribuna de la Asamblea se ha centrado en las declaraciones de intenciones, y en algunos momentos más filosóficas que políticas. Podría decirse que ha sido el debate de la búsqueda de un nuevo modelo de desarrollo, para lo cual PSOE y PP se han puesto de acuerdo en establecer un paco social y político, en el que participarán, además de los sectores que tradicionalmente han formado parte de estos acuerdos --los sindicatos, los empresarios y los municipios--, sectores profesionales, académicos, financieros, etc.

Fernández Vara busca una especie de puesta en común en respuesta a la pregunta ¿a dónde queremos que vaya Extremadura? Una búsqueda que, a la vista de las propuestas tomadas por unanimidad de la Cámara, también parece haberse apuntado el PP, de manera que ambos grupos han dado la impresión de que han sobrevolado la realidad de la región para plantearse una discusión estratégica sobre el porvenir de la comunidad.

Cabría preguntarse si es eso lo que los ciudadanos esperaban del debate de la Asamblea. En un momento en los que el azote de la crisis es más severo que nunca se han echado de menos propuestas concretas, pegadas a la realidad de los ciudadanos, más que gaseosas declaraciones sobre modelos de crecimiento. No es que no sean importantes: al contrario, son decisivas esas discusiones, pero es discutible la ocasión, el momento. La propuesta de Fernández Vara es necesaria porque a Extremadura le va la vida cambiar su modelo de desarrollo, pero se han echado de menos ideas precisas para ir avanzando en ese cambio de modelo, sobre todo a raíz del lúcido análisis que hizo el presidente sobre las fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas de esta región, que invitaba a trasladarlas de las musas al teatro. El PP tampoco ha detallado propuestas para salir de la situación que está provocando la crisis y, en este sentido, tanto el Gobierno como la oposición han perdido una oportunidad de conectar con los ciudadanos.