XPxarece como si no se quisieran reconocer más opciones frente a la muerte indigna que la de acabar con la vida del paciente. Entre el ensañamiento terapéutico o la muerte indigna y la eutanasia, la medida desde luego más expeditiva para acabar con el sufrimiento estéril, caben otras actuaciones en beneficio del enfermo. Me refiero a los cuidados integrales paliativos y, en determinados casos, a la sedación terminal que se muestran capaces, la mayoría de las veces, para humanizar y dignificar ese trance final. Habría que reflexionar sobre la forma de morir y el significado de la muerte en la sociedad actual. Existe una evidente dificultad para integrar y normalizar ese acontecimiento tan natural. Hay mucha confusión semántica en esta cuestión. Entendemos por eutanasia, siguiendo a la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, aquel acto que por acción u omisión, se realiza intencionadamente con el fin de provocar la muerte de una persona que tiene una enfermedad grave e irreversible, hecho por razones compasivas y dentro de un contexto médico. Pero la eutanasia no debe plantearse como una cuestión exclusivamente médica. Al contrario, tiene profundas implicaciones morales, religiosas, filosóficas y jurídicas. Llama la atención la ligereza y la resolución con la que la gente suele pronunciarse en un tema tan complicado como éste. Yo no digo que la gente no deba opinar pero... la ignorancia es muy atrevida.

¿Qué significa morir dignamente? La dignidad de la muerte no radica en la muerte en sí. La muerte siempre será indigna pues significa la negación, el no ser, la destrucción. Más bien la dignidad de la muerte radica en el modo de afrontarla. No debiera, por tanto, hablarse de muerte digna sino de personas que pueden afrontar su muerte con dignidad . Y siendo así las cosas habría que esforzarse en eliminar el sufrimiento humano pero no al ser humano que sufre. Al médico le compete la responsabilidad de ayudar a vivir. No siempre le será posible. Alguna vez habrá de dejar morir. Es la llamada ortotanasia. Matar es una solución demasiado fácil, sin embargo la eutanasia partiría, en todo caso, del supuesto, más que discutible en muchos casos, de que existe una voluntad explícita en ese sentido. El informe Remmelink evidenció que en Holanda en alrededor de 1.000 casos se realizó sin consentimiento expreso del paciente. ¿Quién decide, pues, cuando se aplica? El asunto no es nada desdeñable. El médico podría acabar siendo el árbitro de la vida y de la muerte. No me gustaría nunca verme en esa tesitura.

Al amparo de la película de Amenábar hay una formidable campaña a su favor presentándola, por cierto, como una medida muy progresista. No lo es, sin embargo. Más bien al contrario. Si miramos hacia atrás, nos encontraremos con la famosa cicuta de los griegos o con aquella costumbre espartana de despeñar a los niños deformes precedente de la eutanasia eugénica de Hitler. Esos son sus antecedentes. Tuve un amigo holandés jubilado, enfermo de EPOC, que cada vez que se acatarraba salía corriendo para España pues estaba persuadido de que, de ingresar en algún hospital en su país, las posibilidades de abandonarlo con vida serían extremadamente remotas. El mismo me contaba cómo la necesidad de contar con su cama hospitalaria precipitó la práctica de la eutanasia a una amiga suya enferma de un carcinoma metastásico de mama.

La vida es el derecho fundamental de los seres vivos. Su defensa es un mandato universal. Nos asiste también el derecho a una buena muerte, sin dolores, sin una agonía prolongada artificialmente, es verdad. Pero un caso extremo no debe generar una ley socialmente injusta. Entre la muerte indigna y la eutanasia cabe una batería de intervenciones desde las unidades de dolor y los cuidados integrales paliativos hasta la sedación terminal que habitualmente se mostrarían capaces de humanizarla. Tanto que el debate de la eutanasia resulta bastante inactual y poco riguroso. Me parece que fue Toynbee quien afirmó que las civilizaciones no perecen por una catástrofe económica o bélica, sino cuando pierden sus referentes morales.

*Médico