Semana intensa en el mundo de la educación. Desde el lunes miles de alumnos, familias y docentes de la región están invitados a responder a un cuestionario sobre los deberes escolares de cara a una posible regulación legal de los mismos. La propuesta partió de la Asamblea, que encargó al Consejo Escolar de Extremadura el diseño de dicho cuestionario y un dictamen al respecto.

La idea de regular los deberes para que los chicos tengan tiempo para el juego y otras actividades, y las familias no vean comprometido su tiempo de ocio, no es algo nuevo en España. Ya se intento en 1984, bajo el primer gobierno socialista, o en 1973, en pleno franquismo, y añadiendo las mismas razones que se consideran ahora: que «los deberes no son la manera más adecuada para la correcta formación de los niños». Hay que recordar a este respecto que nuestro país supera ampliamente la media europea tanto en las horas dedicadas a los deberes como en las horas de permanencia en la escuela (algo que no es, en absoluto, sinónimo de éxito académico, como confirman PISA y otros informes internacionales). Una racionalización de los deberes es, pues, una tarea urgente en nuestro país.

Sin embargo, esta propuesta de regular los deberes (o incluso suprimirlos en algunos niveles educativos) no ha sentado muy bien a algunos sindicatos de profesores (PIDE, ANPE, CSI-F), que parecen defender un modelo pedagógico más tradicional aún que el del tardofranquismo, y que entienden que la cuestión es de competencia exclusiva de los docentes, cuya labor es -según dicen- puesta en duda por algunas de las preguntas de la polémica encuesta. Una actitud ciertamente extraña, dado que alguno de esos sindicatos (PIDE) ha participado directamente en la elaboración de la misma.

Habría que preguntarles a estos sindicatos qué hay de malo en que la Consejería de Educación haga entrevistas para recoger la opinión de la comunidad educativa acerca de algo que le afecta de lleno. O qué problema hay en que tales encuestas impliquen cuestionar la labor docente (si es que una batería de preguntas sobre deberes la cuestiona, que también es rizar el rizo). ¿Por qué rara excepción tendríamos que librarnos los profesores de la crítica de aquellos (alumnos, familias) a los que prestamos servicio? Salvo por un corporativismo ciego y dogmático no entiendo la razón de esta actitud.

En lo único en que estoy de acuerdo con estos sindicatos es en su llamada de atención sobre el exceso de ratio de alumnos por clases o la falta de medios. Ellos lo relacionan con los deberes (habría que mandar tantos deberes porque los profesores no pueden acabar las tareas en clases superpobladas). Yo lo relacionaría, más en general, con la dejadez con la que se trata, en este país, a la educación. No solo por parte de los políticos (que ven en ella un asunto siempre problemático y sin excesivo rédito electoral), sino también por parte de la ciudadanía, que parece no acabar de creer que la educación sea el elemento más determinante de los niveles de bienestar y justicia de una sociedad.

Es por esto que hoy muchos vamos a secundar la huelga convocada por la Plataforma Estatal por la Defensa de la Escuela Pública y por la mayoría de los sindicatos (no, por cierto, por ANPE ni por CSI-F). Sobran los motivos. Mientras una subcomisión creada en el Congreso va tanteando la posibilidad de llegar a un futuro pacto por la educación (una tarea titánica en este país -los desacuerdos han comenzado ya, y a cuenta del propio nombre del pacto-), el hecho es que la LOMCE ha acabado por implantarse del todo, incluyendo las reválidas (a las que solo se les ha cambiado el nombre y recortado los efectos académicos). Y no está nada claro que el gobierno vaya a derogarla. Por eso es necesario insistir en ello, así como en la defensa de una educación pública de calidad, con suficientes recursos, garante de la igualdad y el respeto a la diversidad, y con un enfoque pedagógico que atienda al desarrollo integral de las personas y no a su mera instrumentalización mercantil. Cosas que jamás vamos a lograr sin un grado suficiente de movilización ciudadana. Nos va todo en ello. A todos.