WLwa elección el sábado de los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado de Italia en las personas de Fausto Bertinotti y Franco Marini, respectivamente, trufadas de escaramuzas, confusión y maniobras dilatorias, han dejado al descubierto la debilidad con la que Romano Prodi debe afrontar la formación de un Gobierno de centroizquierda.

Más que todos los análisis, las primeras sesiones de ambas cámaras, sobre todo la del Senado, han demostrado que la estrategia de Silvio Berlusconi de los próximos meses se centrará en desprestigiar la heterogeneidad multicolor de la mayoría y en forzar un adelanto electoral.

Experiencia no le falta a Il Cavaliere en envites de ese tenor. Su gran victoria en las legislativas del 2001 vino precedida de un adelgazamiento sin pausa del centroizquierda después de la defección de Refundación Comunista, el partido de Bertinotti, en 1998. Ahora, al anunciar que mañana presentará la dimisión, ya ha dicho que "no se dan las condiciones para gobernar". No le falta alguna razón, pero la desastrosa situación de la economía y los escándalos políticos que ha dejado en herencia a Prodi le deslegitiman para pedir otra oportunidad.